Peridio (menbrana delgada) de Diachea leucopoda observado bajo microscopia optica
Biología y electromagnetismo

Microorganismos fluorescentes

Ciertos mohos, conocidos como Myxomycetes, son capaces de emitir fluorescencia si son observados con luz ultravioleta. Podría tratarse de un mecanismo de atracción para ciertos insectos que dispersan sus esporas.

1 Nov 2013 POR
Peridio (menbrana delgada) de Diachea leucopoda observado bajo microscopía óptica.

Peridio (menbrana delgada) de Diachea leucopoda observado bajo microscopía óptica.

Entrevista a Cecilia Carmarán
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Existen ciertos pequeños organismos que son iridiscentes, es decir, muestran destellos de colores, al igual que algunas mariposas coloridas. Pero ahora se ha descubierto que una especie en particular, Diachea leucopodia, perteneciente al grupo denominado myxomycete, presenta fluorescencia cuando es iluminado con luz ultravioleta. Aún se desconoce la función que podría tener esta luminosa propiedad.

Los myxomycetes poseen una estructura que es iridiscente a la luz, pero transparente al ser observado bajo el microscopio óptico. “Lo sorprendente fue que, cuando sometimos esa estructura a la luz ultravioleta, vimos que era capaz de emitir una fluorescencia, es decir, luz en el espectro visible”, explica la bióloga Cecilia Carmarán, docente e investigadora del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Al trabajo, publicado en la versión on line de Current Microbiology, lo firman también Sonia Rosenfeldt, del mismo Departamento; así como Diana Skigin y Marina Inchaussandague, del Grupo de Electromagnetismo Aplicado, del Departamento de Física, de Exactas-UBA, así como Harold W. Keller, del Departamento de Biología y Ciencias de la Tierra, de la Universidad de Missouri Central, Warrensburg, Estados Unidos.

El nombre de los organismos en cuestión proviene del griego myxo, que significa “barro”, y mycota, que quiere decir “hongo”. Coloquialmente se los conoce como mohos del barro. Desde el punto de vista taxonómico, los myxomycetes se ubican entre los protistas, grupo que contiene a todos aquellos microorganismos con núcleo celular (eucariontes) que no pueden clasificarse dentro de alguno de los otros reinos eucarióticos, como los hongos, los animales y las plantas, entre otros.

“Estudiamos unas estructuras reproductivas de los myxomycetes, denominadas esporangios, de dos milímetros de diámetro; y nos centramos en la capa externa, llamada peridio, la cual, si es observada al microscopio, es transparente, sin embargo, cuando uno la mira con buena vista o con una lupa, se ve iridiscente”, explica Carmarán.

Mientras que la iridiscencia es un efecto óptico que se vincula a la refracción de la luz, la fluorescencia es un tipo de luminiscencia que caracteriza a las sustancias que son capaces de absorber energía en forma de radiación electromagnética y luego emitir parte de esa energía con una longitud de onda diferente.

“En hongos solemos utilizar la luz ultravioleta, porque algunas estructuras se ven mucho mejor utilizando fluorocromos. Pero en este caso, al poner la luz ultravioleta, se pudo observar, sin ningún tipo de reactivo, que la estructura era fluorescente”, confirma.

Mecanismo  de atracción

Por el momento los investigadores no pueden afirmar cuál es el significado de esta fluorescencia. “Sólo podemos especular, hacen falta estudios ecológicos”, dice la investigadora. Se sabe que la dispersión de las esporas de estos organismos está facilitada por artrópodos, que pasan caminando por arriba de estas estructuras, y se llevan las esporas pegadas en el cuerpo.

Cecilia Carmarán, Sonia Rosenfeldt, Marina Inchausandague, Diana Skigin.

Cecilia Carmarán, Sonia Rosenfeldt, Marina Inchausandague, Diana Skigin.

“Una de las posibilidades es que tanto la fluorescencia como la iridiscencia tengan un efecto de atracción para cierto grupo de artrópodos”, hipotetiza Carmarán.

Los myxomicetes han sido estudiados históricamente como hongos, sin embargo difieren de estos últimos, y no forman parte del mismo reino. En efecto, a diferencia de los hongos, no poseen pared celular. Estos pequeños organismos son saprófitos, lo que significa que se alimentan a partir de los residuos procedentes de otros organismos, como hojas muertas, cadáveres o excremento. En particular, los myxomycetes crecen sobre hojarasca y madera en descomposición, donde hay humedad disponible.

Como resulta difícil visualizarlos en la hojarasca, porque no suelen estar totalmente expuestos, los investigadores consideran que la fluorescencia podría cumplir un rol de atracción para los insectos que dispersan las esporas. De hecho, la iridiscencia cumple una función de atracción sexual en diferentes grupos de artrópodos.

“Otra posibilidad –destaca la investigadora– es que esa fluorescencia sea un producto de la evolución, que no dio ventajas ni desventajas, y no tenga un significado evolutivo o adaptativo”.

Por otra parte, podría tener un significado taxonómico, pues el tipo de compuestos que generan la fluorescencia podrían permitir agrupar especies, en un grupo en el que actualmente resulta difícil establecer una taxonomía clara

Por el momento, la fluorescencia de los myxomycetes permanece en el misterio. Pero “sería interesante si se pudiera demostrar que estos organismos desarrollaron un recurso de atracción visual para asegurar su dispersión”, concluye Carmarán.