
Se sabe que la proteína de soja beneficia al sistema cardiovascular disminuyendo el colesterol sanguíneo. Ahora, un grupo de investigación mostró que también favorecería significativamente la absorción intestinal de “grasas buenas”.
Se sabe que la proteína de soja beneficia al sistema cardiovascular disminuyendo el colesterol sanguíneo. Ahora, un grupo de investigación mostró que también favorecería significativamente la absorción intestinal de “grasas buenas”.
Un trabajo científico reveló que la ingesta de grasas durante la infancia y la adolescencia altera la formación de nuevas neuronas y la conectividad entre ellas antes de que el individuo alcance la adultez. También se demostró que afecta la memoria en esa etapa temprana de la vida. El estudio se efectuó en ratones alimentados con una dieta ligeramente aumentada en lípidos.
La ingesta de grasas durante la juventud podría predisponer a sufrir enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA demostraron que, en ratones de pocos meses de vida, un ligero aumento de lípidos en su dieta provoca desórdenes metabólicos, problemas en el aprendizaje, ansiedad, depresión y señales de envejecimiento en el cerebro. Y todo eso sin aumentar de peso.