Un trabajo científico efectuado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA refutó una aseveración sostenida durante décadas. Es una investigación sobre el Aedes aegypti, transmisor de dengue, zika, chikunguña y fiebre amarilla, que reveló que el mosquito cuenta con un mecanismo clave que aumenta su probabilidad de supervivencia en lugares con largos inviernos.
Sylvia Fischer
Un estudio científico produjo un resultado que sorprendió a los propios investigadores: el Aedes aegypti, que vive en la Ciudad de Buenos Aires puede completar su desarrollo a solo 12ᵒC de temperatura, algo jamás reportado en el mundo. Este mosquito, que transmite el dengue y otros males, se estaría adaptando a nuestro clima y, con ello, se ampliaría la ventana de tiempo en la que hay riesgo de que transmita enfermedades.
Investigaciones recientes tiraron abajo una creencia generalizada sobre las costumbres del Aedes aegypti, principal transmisor del dengue, chikungunya, y zika. Esa presunción, no sólo formaba parte del folklore urbano, sino que también estaba en ciertos libros de texto. De qué se trata.
En el invierno, el mosquito Aedes aegypti no se ve y parece que no está, pero en verdad sus crías están diseminadas por doquier esperando salir al mundo cuando suban las temperaturas. La estación fría constituye el mejor momento para llevar a cabo una limpieza profunda de objetos que elimine los huevos de esta especie que transmite distintas enfermedades como dengue, chikungunya, y zika.
Un estudio científico, que abarcó 200 sitios de la ciudad, analizó la abundancia del mosquito Aedes aegypti a lo largo de 16 años y la relacionó con el clima. Los resultados muestran que la cantidad de este insecto es cada vez mayor, que se está expandiendo, y que está aumentando el período de riesgo epidemiológico. Esto no se debe a variaciones en el clima; hay otras hipótesis.
El Aedes aegypti, transmisor de los virus del dengue, zika y chikunguña, se estaría adaptando al invierno porteño. Un estudio efectuado por investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA demostró que, durante la estación fría, casi la mitad de los huevos del mosquito puede eclosionar y producir larvas que pueden soportar las condiciones invernales y alcanzar el estado adulto.