Investigadoras e investigadores de Argentina y Estados Unidos, siguiendo el desplazamiento histórico de este insecto por el continente americano, pudieron demostrar tres hipótesis sobre el poder de generar biodiversidad que tuvo y tiene la Cordillera de los Andes.
evolución
Las vibraciones que producen con sus alas los machos de las moscas forman parte del cortejo y, en algunas especies de Drosophila, son la clave para que la hembra pueda reconocer al macho y, por ende, se produzca el apareamiento. Un estudio muestra que, a lo largo del tiempo, los cambios en ese “canto”, al impedir que el macho pueda ser reconocido por la hembra, han influido en la diversificación de las especies.
Científicos de Exactas UBA descubrieron que un antecesor de las ranas -que vivió hace unos 250 millones de años y que ya tenía un esqueleto preparado para desplazarse a los saltos- no saltaba, sino que caminaba como los lagartos. El hallazgo refuta la idea hasta ahora vigente de que la locomoción saltatoria –propia de ranas y sapos- fue una ventaja adaptativa. Las nuevas hipótesis.
La mayor o menor amenaza de predadores produce cambios en el comportamiento de los animales. Ahora un equipo de investigadores demostró, en dos poblaciones de cangrejos de la misma especie, que esos cambios se manifiestan también en las neuronas.
Hace 50 millones de años los cetáceos (ballenas, delfines, orcas) vivían en tierra firme y eran muy similares a los hipopótamos. En su paso a la vida acuática, estos mamíferos sufrieron marcados cambios en su anatomía y fisiología que quedaron grabados en sus genes.
La facultad del lenguaje es exclusiva de los seres humanos y no sufrió evolución desde su origen, afirmó el lingüista Noam Chomsky, en su conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El investigador visitó la Argentina para participar en el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad, organizado por la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional.