Los trastornos del espectro autista presentan un claro sesgo de género: afectan a una niña por cada cuatro varones. Un estudio científico efectuado en un modelo animal propone una explicación para esa menor incidencia en el sexo femenino. Los resultados del trabajo abren la puerta a potenciales intervenciones terapéuticas.
Amaicha Depino
Un estudio efectuado en un modelo animal muestra que ciertos comportamientos compatibles con el autismo pueden transmitirse por línea paterna hasta la segunda generación.
Trabajando con ratones, un modelo validado internacionalmente para estudiar el autismo, un equipo de investigación de Exactas UBA hizo un descubrimiento inesperado. El trabajo, publicado en una revista científica de alto impacto, muestra la importancia de no descartar resultados que no concuerdan con la hipótesis planteada originalmente.
En el laboratorio que dirige Amaicha Depino, un equipo investigadores e investigadoras tratan de entender qué eventos, durante el desarrollo embrionario, pueden contribuir a que se produzcan trastornos del espectro autista. Sospechan que una droga utilizada como anticonvulsivante, el ácido valproico, podría estar involucrada.
Un equipo de investigadores logró revertir, en ratones, ciertos comportamientos compatibles con el autismo. En efecto, los animales que habían recibido tratamiento con un compuesto responsable de causar conductas antisociales, se volvieron más sociables al estar en contacto con ratones normales, lo cual sugiere que es posible revertir el autismo si es tratado en una etapa temprana.
Amaicha Depino se recibió de bióloga en Exactas. Después de completar su doctorado en el Instituto Leloir decidió viajar a Europa para hacer un posdoc. Finalizada su formación no tuvo dudas en retornar, primero al país y luego a la Facultad. En esta entrevista describe su experiencia en Italia y destaca los cambios producidos en el sistema científico argentino.