El Aedes aegypti, portador del virus del dengue, chikunguña y zika, está en la etapa de máxima abundancia en Buenos Aires, situación que se extenderá hasta marzo o abril. Investigadores de Exactas UBA, que monitorean al insecto desde 1998, proponen el desarrollo de una estrategia de “manzanas seguras” como la única medida efectiva para eliminar este mosquito, que no se reproduce en ambientes silvestres. El objetivo es eliminar de los hogares todo recipiente que pueda servir como criadero. “Sin mosquito no habrá transmisión de la enfermedad”, aseguran.
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Como se viene repitiendo año tras año, la población de Aedes aegypti, el mosquito que transmite el virus del dengue, seguirá creciendo en la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, por lo menos hasta fines de marzo. Si bien esta presencia aumenta el riesgo, para que se produzca un brote de la enfermedad, deben concurrir otros factores.
Las epidemias son fenómenos que se prestan para ser estudiados desde múltiples disciplinas. Son sistemas complejos y, como tales, son estudiados por un equipo de investigadores comandados por el físico Hernán Solari. Ellos trabajan en la comprensión de la dinámica de procesos epidémicos en los que entran en juego más de un factor.
Unos compuestos orgánicos denominados acridonas pudieron inhibir, en ensayos in vitro, la multiplicación de los virus responsables del dengue y la fiebre hemorrágica argentina. Atacan una enzima de la célula que emplea el virus para su replicación, pero no afectan a la célula. El trabajo, llevado a cabo por investigadores Exactas-UBA, fue publicado en una prestigiosa revista internacional.
Mientras que, en lo que va del año, el Ministerio de Salud ya lleva confirmados cerca de 150 casos de dengue en todo el país, un equipo de científicos de Exactas-UBA analizó, mediante un modelo matemático, la eficacia de diferentes estrategias de control durante el inicio de una epidemia de esta enfermedad. El trabajo será publicado en la revista Epidemiology and infection.
Es un trabajo científico efectuado en esa ciudad formoseña por la UBA y la Fundación Mundo Sano. Los investigadores que monitoreaban el funcionamiento de la iniciativa advirtieron que, si bien no habían ocurrido casos de la enfermedad, no se conseguía reducir la cantidad de larvas del mosquito a los niveles recomendados internacionalmente.