Una droga que ya es recetada para tratamientos de personas con psicopatías, podría ser usada con otro fin. Es que científicas argentinas mostraron que ese compuesto bloquea el ingreso a la célula del virus de dengue y también de Zika, en experimentos in vitro. Un primer paso exitoso para un largo camino de ensayos.
Elsa Damonte
Un equipo internacional, con participación de científicas y científicos argentinos, detectó una proteína celular que ayuda a propagarse al virus del Zika, causante de malformaciones en recién nacidos. Pero no solo la identificó sino que la neutralizó y avanzó con un tratamiento que logró contrarrestar daños de la enfermedad. Por ahora, las pruebas son en un modelo animal pero podría servir para terapias en mujeres embarazadas.
Un equipo científico internacional con fuerte presencia argentina logró inhibir, en líneas celulares, a los virus de dengue y Zika. Es más, en este último caso, las pruebas en ratones de laboratorio mostraron que, a menores dosis del compuesto antiviral, mejores fueron los resultados. El trabajo está basado en el estudio de las propiedades de la anisomicina, un compuesto de bajo costo y que no resulta tóxico para las células.
Coquetea entre mosquitos y humanos. Con sus cuatro versiones se da el lujo de confundir al sistema inmune. Y hasta corre sangre por su engaño. ¿Podemos evitarlo? Saber cómo actúa el virus del dengue nos da más chances de dar en el blanco. Pero a veces ni eso alcanza.
Investigadores de las áreas exactas, naturales, médicas y sociales fueron distinguidos por su aporte a la ciencia durante el año 2014. Los premios “Houssay” y “Jorge Sabato” los entrega el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y constituyen el principal reconocimiento a la labor de los científicos argentinos.
Unos compuestos orgánicos denominados acridonas pudieron inhibir, en ensayos in vitro, la multiplicación de los virus responsables del dengue y la fiebre hemorrágica argentina. Atacan una enzima de la célula que emplea el virus para su replicación, pero no afectan a la célula. El trabajo, llevado a cabo por investigadores Exactas-UBA, fue publicado en una prestigiosa revista internacional.