Constantemente, células de nuestro cuerpo hacen autofagia, un proceso de degradación intracelular que permite el reciclaje de componentes celulares para mantener el equilibrio. Este mecanismo incentivado en células de pacientes severos con tuberculosis logró mejorar sus defensas, según un estudio de científicos de Exactas UBA sobre este mal que mata a dos millones de personas por año en el mundo.
Bacilo de Koch
Un equipo de científicos argentinos encontró una variación genética que provoca efectos ambivalentes en las personas que la presentan. Por un lado, genera una mayor resistencia frente a la tuberculosis pero, por otro, empeora el cuadro si el individuo, de todos modos, contrae la enfermedad.
Científicos argentinos trabajan en un sistema de diagnóstico que permita identificar personas que se encuentran infectadas con la bacteria que provoca ese mal pero que no han desarrollado la enfermedad. La idea es desarrollar un kit que se pueda utilizar en cualquier unidad médica del país.
Un método en estudio que usa proteínas fluorescentes permitiría ver en pocas horas, a partir de la saliva del paciente, si una persona está infectada por el bacilo de Koch y cuál es la droga más efectiva. El sistema, que requiere aún de numerosas pruebas, promete ser más rápido y económico que el actual.
Científicos de Exactas UBA crearon TuberQ, una base de datos online, de acceso libre y gratuito, para mejorar la selección de los blancos en el desarrollo de drogas contra la tuberculosis. La enfermedad ataca, cada año, a nueve millones de personas en todo el planeta, según la Organización Mundial de la Salud.
Mediante técnicas bioinformáticas los investigadores del equipo a cargo de Marcelo Martí intentan encontrar un compuesto líder para el desarrollo de fármacos que logren combatir la tuberculosis en su fase de latencia.