Exactas recargada
Con el edificio bautizado como “Cero + infinito”, que estará anexo al Pabellón I, la Facultad crecerá en infraestructura como nunca antes desde fines de los años 60. Serán más de 10 mil metros cubiertos que permitirán solucionar los problemas de espacio de todos los pabellones. La obra, que comenzaría a fines de 2012, se hará realidad por el apoyo del gobierno nacional.
El 18 de febrero pasado ocurrió algo. Hubo un quiebre entre lo posible y lo concreto, entre el proyecto y la realización. En Balcarce 50, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se reunió con el ministro Lino Barañao para conocer el detalle del proyecto de ampliación del Pabellón I de Ciudad Universitaria. Allí estaban el decano Jorge Aliaga, el empresario Sebastián Ceria y el arquitecto Rafael Viñoly, partícipes e impulsores del proyecto y quienes recibieron de manera directa el compromiso de apoyo del gobierno nacional para llevar adelante la obra. En lo concreto, los fondos totales que demanda la construcción del nuevo edificio serán aportados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y, de acuerdo a lo estimado a partir de los plazos que marcan el armado de pliegos técnicos y las licitaciones, las excavadoras llegarían a Ciudad Universitaria a fines de 2012.
El nuevo pabellón no solo tiene nombre (“Cero + Infinito”) sino que también tiene “cara”: las proyecciones digitales de la maqueta permiten hacerlo tangible. Pero esta creación es relativamente nueva comparado con el (también reciente) plan para el mejoramiento de la infraestructura de Exactas. En 2006, el decano Aliaga presentó públicamente el Plan de Obras para la Facultad atento a que desde el año 2004 viene aumentando el número de investigadores que ingresan al CONICET y la cantidad de becarios. Desde ese momento, se han incorporado a la Facultad más de 300 investigadores de CONICET y se ha duplicado la inscripción a las carreras de doctorado de Exactas. Además, en los últimos años los docentes-investigadores están recibiendo mayores subsidios, lo que genera un incremento en la cantidad de instrumental y equipos científicos.
El proyecto incluyó, entre muchas mejoras y adecuaciones, la ampliación del Pabellón I. “Cuando planteamos el Plan de Obras estaba claro que el Pabellón II no tenía posibilidades de crecer”, indica Aliaga, “por eso habíamos pensado hacer crecer el Pabellón I ampliando el comedor, agregando un sector de lectura y estudio, un sector que pudiera usarse para actividades de divulgación o de extensión y ampliar el sector de aulas”. El proyecto original que describe Aliaga se vio enriquecido a principios de 2010, cuando apareció una iniciativa aportada a través del Departamento de Computación que permitió pensar una ampliación mucho más importante. Sebastián Ceria, graduado de Exactas radicado en Nueva York y CEO de la consultora Axioma, propuso financiar el desarrollo técnico de un nuevo edificio que se anexe al Pabellón I y convocar al destacado arquitecto Rafael Viñoly para que, junto con su estudio, diseñe y proyecte la obra. Con el apoyo del Ministerio y la iniciativa y aporte de Ceria y Viñoly, Exactas está a pocos pasos concretar un anhelo y, más que nada, resolver el serio dilema de disponibilidad de espacio.
Cómo será lo nuevo
“Por la falta de espacio en el Pabellón I, hace aproximadamente 25 años el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos se mudó al Pabellón II, si bien era más acorde, desde el punto de vista disciplinar, que permaneciera en el I”, indica el decano Aliaga. Y agrega que, cuando en 1988 se recreó el Instituto del Cálculo “se ubicó en el Pabellón II porque ahí había espacio disponible, sólo por eso, pero en realidad su articulación académica es con los departamentos de Matemática, Computación y también con Física, por lo que debería haber estado en el Pabellón I”.
La distribución general del espacio que posibilita el nuevo edificio permitirá que crezca el Departamento de Computación, que cuente con un lugar acorde Atmósfera y que el Instituto del Cálculo acceda a su lugar natural. Pero la gran ventaja es que el efecto colateral de liberación de grandes espacios en los pabellones I y II beneficiará a la totalidad de los departamentos.
El responsable del diseño de lo que será el nuevo edificio de 10 mil metros cuadrados y un presupuesto de construcción de 40 millones de pesos es Rafael Viñoly. Este arquitecto uruguayo “que se graduó en la UBA y decidió no cobrar un peso por su trabajo y el de su equipo” describe al nuevo espacio como “un edificio independiente, que brinda la máxima flexibilidad de los usos actuales y futuros, respetando el medio, vinculando y jerarquizando el edificio existente”. La construcción será una prolongación de la parte trasera del Pabellón I y estará anexa al actual ingreso que da al Pabellón II, ocupando parte de lo que localmente se conoce como “el bosquecito” (al respecto de las especies vegetales del lugar, se hizo un relevamiento con recomendación de traslado en los ejemplares que así lo requirieran).
El nombre “Cero + Infinito” demarca el espacio. El “cero” y el “infinito” son dos patios abiertos y arbolados, pulmones de un moderno edificio de dos plantas y con exteriores enteramente vidriados. La planta baja dispone de un acceso principal que vincula el ingreso peatonal de los dos edificios. “Este acceso genera para los peatones el vínculo entre los edificios con un diálogo entre espacios públicos, semipúblicos, privados, áreas cubiertas, semicubiertas y descubiertas”, explican desde el estudio de Viñoly. Toda el área perimetral de la planta baja está destinada al sector de aulas. Las áreas restantes generadas alrededor de los dos patios están destinadas a salas de reuniones, de servidores, bibliotecas, bares y áreas de lectura. El primer piso estará emplazado a igual altura que el primer nivel del actual Pabellón y destinado a oficinas y al área administrativa. Un puente cubierto vincula el edificio existente con el nuevo edificio, brindando una cubierta para la circulación inferior entre los edificios de planta baja. La totalidad de la construcción tendrá “una piel de vidrio reforzando sus líneas verticales por medio de parasoles de aluminio que brindan control térmico y visual”, indican los arquitectos.
El aporte de Ceria
En diciembre del año pasado, momento en que el Departamento de Computación organizó una multitudinaria reunión de graduados en el Aula Magna del Pabellón I, uno de los que tuvo la palabra fue Sebastián Ceria. El CEO de Axioma hizo una presentación con espíritu TED donde recorrió brevemente su camino académico y profesional y convocó a los graduados presentes (que eran cientos) a colaborar con el Departamento y, por ende, con la Facultad. Para ese entonces, el nuevo edificio ya era un proyecto firme aunque faltaba la presentación formal en la Casa de Gobierno y el compromiso de financiar la materialización de la idea.
Ceria reside desde hace más de dos décadas en Nueva York, es empresario y profesor de la Universidad de Columbia. Hace dos años se acercó a Exactas con una propuesta: él pondría el dinero necesario para armar el proyecto edilicio con el fin de construir un nuevo pabellón pensado para el Departamento de Computación y convocaría a Rafael Viñoly. La idea se fue integrando al proyecto de ampliación propuesto por la gestión de Aliaga hasta delinearse completamente.
Cuando se le pregunta acerca de su motivación para poner tiempo y dinero en la Facultad, Ceria habla de gratitud. “La conciencia social respecto a la Universidad es algo que la gente debería tener muy pronto cuando entra a la Universidad, y llega a entender que es un sacrificio que hace la sociedad para educar a unos pocos. Ahí uno puede sentir una gratitud hacia la sociedad”, dice Ceria desde su oficina en los Estados Unidos. “Lo que me lleva a colaborar es el agradecimiento al país y a la sociedad, y eso estuvo siempre en mí”, indica el matemático.
Ceria considera que siempre estuvo presente, colaborando, aunque físicamente se encontrara en la otra punta de América. “Cuando me gradué y llegué a profesor en Columbia mi manera de ayudar era trayendo estudiantes acá, dando seminarios en la UBA o poniendo en contacto a gente del ambiente académico para promocionar su formación”, asegura. Ahora, empresario exitoso, su colaboración es distinta: aporta dinero, contactos (como el de Viñoly), ideas y gestión para que esas ideas se puedan concretar. “El mensaje no es que se puede ayudar solo con guita”, dice Ceria, “eso es un error, hay muchas maneras de hacerlo y la universidad pública debería aprovechar mucho mejor la potencialidad de su graduados”.
El contacto de Ceria con Exactas no es nuevo y es cercano, sabe que uno de los grandes desafíos que implica establecer un modelo nacional de producción con valor agregado es atraer más alumnos a carreras como las de la Facultad, y retenerlos. Relacionando el tema, Ceria recuerda que “cuando yo empezaba a estudiar, en 1984, el lugar era muy deprimente, y pensaba que quizás fuera un factor que contribuyera a que la gente no tuviera ganas de quedarse. Si bien en los últimos años la Facultad ha mejorado, el Pabellón I ha mejorado en todo aquello que no implica lo visual, lo que contribuye a que muchos prefieran no pasar demasiado tiempo ahí y, por otro lado, no ayuda a que una carrera de avance tecnológico, como es la de computación, quede asociada a una atmósfera vetusta, creo que es una contradicción básica. Tener un edificio nuevo ayudará a traer más gente: en carreras como la de computación o matemática, donde hay una importante competencia de las universidades privadas, el lugar es parte de la ecuación de la toma de decisión del futuro alumno”.
La interacción con la Facultad para este proyecto, Ceria la considera como una “experiencia totalmente gratificante”. “Todos tiraron para un mismo lado, el decano Aliaga; Viñoly, como arquitecto, y su equipo; Hugo Scolnik; el director del departamento; Sebastián Uchitel; el ministro Barañao y, obviamente, la presidenta con su apoyo”. Salvo los ya tradicionales comentarios de algunos de los lectores de La Nación on line en momentos en que se publicó una nota con la reunión en Balcarce 50, Ceria no registró críticas en este proceso. “Sí me dijeron que esto era tirar la plata, que no iba a salir nunca. Siempre están los que dicen que no. Igual, esto no es cuestión de plata, no es ´pongo plata y se acabó´, hay que ponerle el hombro y poder trabajar de manera mancomunada. Si no, nada puede salir”.