Un estudio efectuado en peces demostró que, a través del alimento, se puede disminuir la agresividad de los machos que pelean por el territorio. Es la primera vez que se hacen estos experimentos en peces adultos. Los resultados de la investigación tienen particular relevancia para la cría comercial de especies comestibles y ornamentales.
Matías Pandolfi
Los peces más agresivos, que pelean por dominar el grupo, muestran altos niveles de testosterona. Nuevos experimentos demuestran que las hembras pelean tanto como los machos, y las que tienen niveles más altos de estrógenos antes del combate son las ganadoras. Pero también se vio que en los machos aumentan los niveles de hormonas sexuales luego de la lucha.
Machos líderes que acosan a subordinados, los alteran y estresan; y para dominarlos cuentan con un sutil mecanismo de hormonas y una particular enzima que ayudan a mantenerlos en el poder. No son hombres sino chanchitas, como se conoce familiarmente a estos peces, usados como modelo experimental.
Un equipo de científicos consiguió, a través de una dieta especial, bajar los niveles de estrés de un pez conocido popularmente como “chanchita”, una especie ornamental agresiva muy buscada en los acuarios. El logro ayudaría a su cría comercial y disminuiría su captura indiscriminada que presiona a las poblaciones silvestres.
Se los encuentra en medio del campo o al costado de una ruta, nadando en los charcos que se forman luego de una lluvia. “Aparecen” en lugares en los que, pocas semanas atrás, todo estaba seco. Por esta razón, los aborígenes los llamaban “peces llovidos del cielo”. Se los conoce como killis y son codiciados por acuaristas de todo el mundo.
Se sabe que cuando un predador o un cambio ambiental eliminan al macho dominante de una población otro individuo ocupa inmediatamente su lugar. Ahora, un estudio en peces demostró que, antes de que ese evento ocurra, los aspirantes al trono ajustan anticipadamente su fisiología hormonal para así estar listos para reemplazarlo.