Porque su combustión produce energía y agua, suele ser idealizado como el “combustible del futuro”. Pero el hidrógeno ya hace bastante tiempo que se está utilizando como vector de energía y, lejos de las aspiraciones ambientalistas, la mayor parte de los millones de toneladas que se producen y consumen anualmente generan dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero.