Salud

Tuberculosis latente en la mira

Científicos argentinos trabajan en un sistema de diagnóstico que permita identificar personas que se encuentran infectadas con la bacteria que provoca ese mal pero que no han desarrollado la enfermedad. La idea es desarrollar un kit que se pueda utilizar en cualquier unidad médica del país.

6 Jul 2015 POR

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Actualmente en nuestro país, la prueba de Mantoux o PPD es el método empleado para distinguir infectados por la bacteria de tuberculosis -que han desarrollado o no la enfermedad-, de personas sanas. Sin embargo, esta técnica posee baja sensibilidad y especificidad, especialmente en poblaciones vacunadas con BCG. Además, la principal problemática de este sistema de diagnóstico es su ineficacia para discriminar el estado de latencia de la enfermedad, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a uno de cada tres habitantes en el planeta, constituyendo un gran reservorio de la bacteria. En busca de un kit económico para detectar infección latente en cualquier lugar del país, científicos argentinos dieron un paso importante para lograr un test más sensible que la PPD, que diferencie a este grupo de individuos del resto.

“Nuestra idea era tratar de construir a nivel nacional un kit, para detectar tuberculosis, similar al ya existente a nivel internacional (QuantiFERON-TB Gold In-tube), pero que fuera de amplia distribución y a costos razonables. En nuestro afán de hacer eso, encontramos un método mejorado respecto de los tests comerciales extranjeros existentes, ya que distingue infección latente, de activa y de no infección. Esto se demostró utilizando una novedosa combinación de péptidos de un antígeno (fragmentos de proteínas) del patógeno”, sintetiza la profesora Verónica García, rodeada por su joven equipo de trabajo en el Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Tras casi cinco años de estudio, el equipo argentino acaba de publicar en EBioMedicine el hallazgo, cuya patente se halla en trámite. “Descubrimos una combinación de péptidos (un tipo de moléculas) de un antígeno de Mycobacterium tuberculosis que permite diferenciar en forma rápida, con especificidad y sensibilidad, a individuos infectados latentemente con la bacteria, de aquellos vacunados con BCG y de los infectados activamente, es decir pacientes con tuberculosis. Esto no lo hacen los test comerciales actuales que solo diferencian infectados (ya sean latentes o enfermos) de sanos”, destaca García.

Si bien los resultados son promisorios, Domingo Palmero, Jefe de División de Neumotisiología del Hospital Muñiz e integrante del equipo, señala: “Hay que tener en cuenta que la nuestra es una experiencia en un número limitado de casos que requerirá ser confirmada en estudios posteriores. De todos modos es un interesante hallazgo”.

Con nueve millones de nuevos casos y 1,5 millones de muertes en 2013, la tuberculosis es una de las enfermedades infecciosas más prevalentes en todo el mundo, según la OMS. Además, un tercio de la población del planeta está infectado en forma latente con posibilidades de que se reactive la enfermedad. En especial, este riesgo es mayor entre quienes presentan un sistema inmune débil, como ocurre en afectados por el VIH, desnutrición o diabetes, o pacientes bajo tratamiento inmunosupresor. “La existencia de tan enorme reservorio de la bacteria indica la necesidad de un diagnóstico rápido de la infección tuberculosa para su detección y el control temprano”, especifican los profesores García y Palmero, en el trabajo publicado recientemente junto con Delfina Peña, Ana Rovetta, Rodrigo Hernández Del Pino, Nicolás Amiano, Virginia Pasquinelli, Joaquín Pellegrini, Nancy Tateosian, Agustín Rolandelli, Marisa Gutiérrez, Rosa Musella, María Gherardi, Juan Iovanna y Eduardo Chuluyan.

Bajo estudio

Sólo el individuo infectado enfermo contagia esta enfermedad, que suele presentar entre sus síntomas, tos, dolores torácicos, debilidad, pérdida de peso, fiebre y sudores nocturnos. “Argentina es un país de relativamente baja incidencia de tuberculosis. En el 2013 se diagnosticaron aproximadamente 9.000 casos  y la incidencia es de 21,6 casos por cada 100.000 habitantes”, marca Palmero.

De izquierda a derecha: Martín Somoza, Florencia Castello, Rodrigo Hernández Del Pino, Verónica García, Agustín Rolandelli, Nancy Tateosian, Joaquín Pellegrini y Nicolás Amiano,

(De izq. a der.) Martín Somoza, Florencia Castello, Rodrigo Hernández Del Pino, Verónica García, Agustín Rolandelli, Nancy Tateosian, Joaquín Pellegrini y Nicolás Amiano.

El método de diagnóstico en estudio requiere de un pequeño pinchazo. “Se saca muy poca sangre a los individuos. Sólo tres mililitros”, cuantifica Amiano, y enseguida Pellegrini agrega que “existen dos técnicas para llevar a cabo el análisis. Una más lenta que demora cinco días, y otra más rápida y simple que requiere de 24 a 48 horas”. En este sentido, Hernández Del Pino puntualiza: “Para ser más práctico para la clínica y que se logre usar en un ensayo de detección temprana se utiliza el mismo procedimiento que emplea el QuantiFERON TB Gold In-tube, (que discrimina entre infectados y no infectados); pero utilizando nuestra combinación de péptidos antigénicos que detecta específicamente la infección latente”.

La diferencia la hacen pequeñas porciones de una proteína o antígeno particular del patógeno. “Lo importante del trabajo –destaca Rolandelli- es que a este antígeno se lo partió en distintos fragmentos para ver cuál era el que mayor respuesta generaba ante la bacteria. Se vio que determinadas fracciones diferenciaban aún mejor a los individuos infectados latentemente del resto”. En este aspecto, García, investigadora principal del CONICET, refuerza: “La idea de fraccionar el antígeno es identificar el segmento más reactivo o inmunogénico en los individuos latentes; y deshacernos de los que hacen ruido y pueden dar falsos positivos y negativos. Estos falsos resultados se dan por la variabilidad que tiene el ser humano para responder a un antígeno. Al identificar los más específicos (que encienden la alarma de la respuesta inmune del individuo), permite trabajar en un rango que hace al ensayo más sensible”.

Pacientes de hospitales de referencia de la Argentina como el Muñiz y el Tornú, ambos de la Ciudad de Buenos Aires, fueron estudiados en este trabajo. Próximamente, los científicos investigarán casos de otros países de Europa, donde la vacuna contra la tuberculosis -la BCG-, no es obligatoria; y de México, donde, al igual que en nuestro país, la mayoría recibió la vacunación. “La idea es ampliar el estudio a otras poblaciones genéticamente diferentes para evaluar cómo responden al estímulo con nuestra combinación de péptidos, aunque los argentinos tenemos una mezcla genética bastante heterogénea”, observa García, vicedirectora del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (INQUIBICEN).

Mientras esto ocurra, la idea original del kit sigue adelante. “El futuro test está pensado para que se pueda realizar en cualquier unidad o salita del país por un profesional de la salud”, destaca Tateosian. Una vez que los estudios próximos confirmen los resultados obtenidos, ¿qué faltaría para llevar a cabo este sistema diagnóstico? “Una empresa que financie la transferencia del último paso al producto final, con el packaging o envoltorio para completarlo”, concluye García.

 

La foto muestra uno de los pasos que se realiza durante el ensayo de medición para detectar personas con tuberculosis latente en el laboratorio.

La foto muestra uno de los pasos que se realiza durante el ensayo de medición para detectar personas con tuberculosis latente en el laboratorio.

Tratamiento en la mira

Consultado Domingo Palmero sobre si una vez que se identifica a una persona como infectado sano, se puede iniciar un tratamiento, el experto respondió: “Justamente, una de las estrategias tendientes a la eliminación de la tuberculosis en los países de baja incidencia (menor a 10/100.000; Argentina no lo es todavía, pero está cercana) es la búsqueda de la denominada infección latente en grupos de riesgo y su tratamiento con diversos esquemas. Lo usual es la administración de isoniacida durante 6 a 9 meses, pero hace unos dos años se comenzó a utilizar en países desarrollados un esquema de tratamiento basado en isoniacida y rifapentina en forma de 12 dosis, una por semana. Esto simplifica la administración y posibilita la supervisión del tratamiento”.