Científicos argentinos en el exterior

Una vocación contra el cáncer

Desde muy chiquita Romina Goldszmid sabía que se iba a dedicar a buscar una cura contra el cáncer. Estudió Bioquímica, se doctoró en la UBA y viajó a Estados Unidos donde vive hace 14 años. Hoy trabaja en el Center for Cancer Research del NIH. De paso por Buenos Aires, donde participó del Simposio Internacional de Inmunoterapia que tuvo lugar en Exactas UBA, dialogó con NEXciencia sobre su experiencia en el exterior, detalló cómo la abundancia de recursos impacta en el trabajo científico y dejó una serie de definiciones para los estudiantes de ciencias.

6 Dic 2017 POR
Romina Goldszmid

Romina Goldszmid.

 

– ¿Cómo decidiste qué estudiar en la Universidad?

– Desde chiquita, cuando me preguntaban: qué quería ser de grande, yo decía que quería investigar para encontrar nuevos remedios para curar el cáncer. Y elegí entrar en Farmacia y Bioquímica porque, inicialmente, yo pensaba en la elaboración de drogas, aunque también me gustaba mucho el tema de la genética. Pero, cuando cursé Inmunología, me fascinó. Y, de ahí en más, me dediqué a la inmunología.

Cuando terminaste Bioquímica, ¿evaluaste alguna otra alternativa a seguir el doctorado?

– Yo estaba completamente segura de que iba a hacer el doctorado. Nunca dudé entre industria, clínica o investigación. Cuando cursé Inmunología entré a la cátedra y empecé a trabajar en investigación. Eso lo tenía bien claro.

– ¿Cómo elegiste el lugar para hacer el doctorado?

– Yo quería trabajar en el tema cáncer. Antes de recibirme fui a hacer un curso sobre marcadores oncológicos que daba José Mordoh en el Instituto Leloir y, después, empecé a trabajar en su laboratorio y me quedé ahí. Apliqué a la beca con Rosa Wainstok como directora y con Mordoh como codirector.

– ¿Alguna vez pensaste en dedicarte a otra cosa que no fuera investigar sobre cáncer?

– En realidad, sí. Durante el primer año del doctorado yo estaba a full con teatro y era muy difícil hacer las dos cosas a la vez. En un momento tuve dudas: ¿Largo el doctorado y me dedico a ser actriz, o sigo el doctorado y largo el teatro? Finalmente, dejé teatro porque pensé que al teatro podía volver a cualquier edad, a la investigación, no. Pero, en realidad, lo mío siempre fue la investigación. Es más, es el día de hoy que si me preguntás si haría otra cosa, la respuesta sería que no. Es pura vocación.

– ¿Cuándo terminaste el doctorado?

– En 2003. Ya sobre el final conocí al inmunólogo canadiense Ralph Steinman (Premio Nobel 2011) que me invitó a ir a su laboratorio a Nueva York para que terminara mi doctorado allá. Viajé en 2002, hice toda la parte experimental, volví, escribí la tesis y me fui. Estando en Estados Unidos tuve la oportunidad de visitar distintos laboratorios y, finalmente, terminé eligiendo irme a un centro de investigación del NIH (National Institutes of Health) ubicado en Maryland, en las afueras de Washington.

– Los conocimientos que adquiriste en tu formación en la UBA, ¿fueron suficientes para desenvolverte en Estados Unidos?

– Mi formación fue excelente. Y, de hecho, la reputación de los investigadores argentinos en el exterior era excelente. Todos decían que los argentinos vienen muy bien formados. Antes de viajar a Estados Unidos yo sentí un poco de temor: ¿Tendré los conocimientos suficientes? ¿Estaré formada con el mismo nivel que mis compañeros allí? Cuando viajé me dí cuenta de que no nos falta nada.

"Hay un umbral que, una vez superado, se hace muy difícil volver, porque te acostumbrás a trabajar de cierta manera y a tener acceso a un montón de cosas", se sincera Golszmid.

«Hay un umbral que, una vez superado, se hace muy difícil volver, porque te acostumbrás a trabajar de cierta manera y a tener acceso a un montón de cosas», se sincera Golszmid.

– Más allá de la diferencia de recursos, ¿encontrás diferencias en cuanto al trabajo científico?

– El tema es que cuando tenés recursos nada te limita. Entonces, el ritmo y la intensidad del trabajo es otra. Porque se te ocurre algo y lo largás ya. No tenés que estar avaluando si podés pedir el reactivo, si te alcanza la plata o no, si lo comprás pero tarda tres meses en llegar. Además, todo lo nuevo que se está desarrollado a nivel tecnológico lo tenés a tu alcance. Allá se mide más el tiempo que los recursos. Me pasa a mí. Mientras tengamos plata para laburar, si hay que hacer un experimento muy caro, no importa, vos comprá y hacelo, porque para mí es más importante el tiempo que ahorrar en reactivos. Porque el tiempo no lo puedo comprar y los reactivos sí. Lo que más me importa es que nos movamos a la velocidad que hay que moverse, no importa lo haya que gastar. En donde yo estoy se trabaja a un ritmo intenso, es muy competitivo. No sólo internamente, estás compitiendo con los lugares top de ciencia en el mundo.

– ¿Cómo ves el desarrollo científico que viene teniendo nuestro país en las áreas cercanas a tu trabajo?

– La comunidad de inmunología de la Argentina es buenísima. Hay muy buena ciencia, gente sumamente capaz y que labura muy bien. Pueden competir a nivel internacional con cualquiera de afuera. La única limitante que tienen es, tal vez, la escasez de recursos.

– ¿Pensaste en volver a trabajar en Argentina?

– La verdad es que no. En realidad, me gustaría tener todo lo que me gusta de Argentina, esto de los vínculos, de mis amigos, de la familia pero trabajando como se trabaja allá y viviendo como se vive allá. Llega un momento en que te acostumbrás a que las cosas funcionen. Hay un umbral que, una vez superado, se hace muy difícil volver, porque te acostumbrás a trabajar de cierta manera y a tener acceso a un montón de cosas. Hoy no me imagino cómo sería laburar en otras condiciones. Me costaría muchísimo. A lo mejor si uno vuelve antes, sin pasar tantos años afuera, sería más fácil.

– ¿En qué estás trabajando en la actualidad?

– Hoy estoy trabajando en entender cómo la flora intestinal modula la respuesta inmune, en particular en contexto de cáncer y cómo eso afecta la respuesta a la terapia del cáncer. En paralelo, también trabajo en infecciosas, con el mismo tipo de pregunta: ¿cómo la microbiota modula la respuesta inmune y eso impacta en la respuesta al patógeno?

"Hacer una experiencia afuera creo que es sumamente importante para la carrera. Creo que doctorarse acá y después irse afuera es una buena opción", aconseja.

«Hacer una experiencia en el exterior es sumamente importante para la carrera. Creo que doctorarse acá y después irse afuera es una buena opción», aconseja.

– ¿Creés que es mejor hacer una experiencia en el exterior apenas licenciado o después del doctorado?

– Hacer una experiencia afuera creo que es sumamente importante para la carrera. Creo que doctorarse acá y después irse afuera es una buena opción. Algo que yo siempre valoré mucho de haber trabajado y haberme doctorado acá es que aprender a trabajar con muchas limitaciones te da un plus, te obliga a desarrollar la creatividad para hacer las cosas con lo que tenés. Tenés otro tipo de conciencia a la hora de planificar un experimento porque no podés derrochar. Apenas llegué a Estados Unidos, yo veía que la gente derrochaba de una manera… por ejemplo, en mi época usábamos pipetas de vidrio que teníamos que autoclavar para la cuestión general y pipetas de plástico estéril descartables sólo para cosas sumamente críticas porque era recara. Cuando llegué a Nueva York, veía que abrían pipetas y las tiraban como si nada. Veía los tachos llenos de pipetas. No lo podía creer. Eso me quedó grabado. Así que yo pienso que hacer el doctorado acá te forma en muchos aspectos, no sólo en el científico, y te hace tener otro tipo de conciencia a la hora de laburar que allá no tienen.

– A partir de tu experiencia de trabajo, ¿qué le dirías a un chico o una chica que está en los primeros años de su carrera y todavía no tiene en claro su futuro?

– Le diría: si te apasiona lo que hacés, si no te imaginás haciendo otra cosa, hacelo. Si pensás que puede ser como un laburo más, no sigas, pensá en dedicarte a otra cosa. Si te apasiona, entonces tratá de hacerlo lo mejor posible y en el mejor lugar. La ciencia es un 90 por ciento de frustración, porque los experimentos no te salen o alguien publica antes lo que estás haciendo y te querés matar. Por eso te digo: si no amás lo que hacés, no sigas, porque te vas a amargar al divino botón. Es duro, hay un cuello de botella importante. Más allá del posdoc, conseguir posiciones es muy difícil, conseguir recursos para trabajar es muy difícil, es mucho más competitivo que antes, publicar es mucho más difícil de lo que era diez años atrás. Pero, a los que les interesa realmente la investigación, que sigan adelante, porque cuando sentís que tu proyecto avanza, que los resultados son buenos, que podés hacer un aporte, por pequeño que sea, a la humanidad, la satisfacción es tal que vale por todas las frustraciones.