Reservorio de datos meteorológicos en las Orcadas

En las Islas Orcadas del Sur se encuentra la primera estación meteorológica de la región antártica. Es la única que tiene datos observados de casi todo el siglo XX. Un estudio climático reciente da señales de que el cambio climático es una realidad palpable.

28 Abr 2011 POR

Base antártica Orcadas

Era marzo de 1903, el frío comenzaba a ser cada vez más intenso y había que pasar el invierno en la Antártida. Pronto el mar se congelaría y el barco del Capitán William Bruce no podría seguir avanzando, entonces Bruce decidió refugiarse junto con su tripulación en las Islas Orcadas del Sur. Así nació la primera estación meteorológica de la Antártida y con ella los registros más antiguos de temperatura, presión y viento, entre otras variables meteorológicas. La Expedición Antártica Nacional Escocesa había partido en noviembre de 1902 del puerto de Troon, Escocia con objetivos que incluían la creación de una estación invernal tan cerca del Polo Sur como fuera posible, el estudio de las aguas profundas del Océano Antártico, y las observaciones sistemáticas y la investigación en el campo de la meteorología, la oceanografía, la geología, la biología y la geografía.

Las Islas Orcadas del Sur, ubicadas a unos kilómetros al norte de la Península Antártica, fueron descubiertas en 1821 por George Powell, un cazador de focas británico, que las bautizó como Grupo Powell y las declaró pertenecientes al Reino Unido. En 1823, el marino James Wedell visitó las Islas y les dio como nombre Orkney Islands, dado que notó que se encontraban aproximadamente en la misma latitud sur que las Islas Orcadas británicas en el Atlántico Norte. Sin embargo, el establecimiento definitivo en las islas llegó a bordo del “Scotia”, comandado por Bruce, cuando en febrero de 1903 puso en marcha la estación que desde ese entonces realiza mediciones meteorológicas y geomagnéticas de manera permanente.

Por fortuna, en aquellos tiempos el gobierno argentino cooperaba con los científicos europeos que se dedicaban a la exploración del extremo sur del mundo. Es por eso que el científico y naturalista Bruce, que quería que se mantuvieran las mediciones diarias y que debía continuar su expedición en la Antártida, decidió venderle al gobierno argentino el refugio Omond House, construido por la tripulación del Scotia, la casilla meteorológica y los instrumentos de observación, por la módica suma de cinco mil pesos moneda nacional. Entonces, el 22 de febrero de 1904, se izó la bandera argentina y se estableció el destacamento Orcadas del Sur y la prime- ra oficina de correo antártica. A partir de ese momento, la Argentina se transformó en el primer país en ocupar el Continente Antártico de manera permanente. Este hecho constituyó un paso importante, en especial para la meteorología, dado que gracias a este acuerdo se pueden realizar hoy estudios climáticos de esta región. Por otro lado, la mayoría de las estaciones de la Antártida pertenecientes a otros países comienzan a hacer mediciones recién a partir de la década del 50.

“La estación meteorológica de las Islas Orcadas del Sur es la única estación de todo el hemisferio Sur, en esas latitudes, que tiene un registro tan largo de observaciones”, comenta la doctora Matilde Rusticucci, investigadora del Laboratorio de Extremos Climáticos (FCEyN, UBA) y del CONICET, y profesora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la UBA. Y agrega: “Estos da- tos nos permiten entender qué pasó con el clima de esa región a principios del siglo XX, del cual no se tienen registros en otra estación en esas latitudes”. Para avanzar en el conocimiento del clima del pasado y así poder entender el clima del presente, los investigadores necesitan tener registros lo más antiguos posibles.

La temperatura durante el siglo XX en Orcadas

El clima de Orcadas hoy ya no es el mismo que recibió a Bruce y su expedición a principios del siglo XX, tal como lo documenta Rusticucci en un estudio publicado en Journal of climate, llevado a cabo con la colaboración internacional de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) que depende del Departamento de Comercio de los Estados Unidos. En este estudio se analizaron los datos diarios de temperatura de Orcadas, explorando el comportamiento por estación del año, tanto de los valores medios estacionales como de los valores más cálidos y más fríos, llamados extremos de temperatura. Los aumentos encontrados en Orcadas se encuentran entre los más grandes hallados en cualquier otra región del planeta, especialmente en los extremos fríos de otoño e invierno. Esto quiere decir que los valores de temperatura más fríos en esta época están aumentando y, por lo tanto, ya no habría inviernos tan crudos como los de principios de siglo.

Adicionalmente, para el verano se analizó la frecuencia de días con temperatura por encima de 2oC y por debajo de -2oC. “Encontramos que hacia el final del siglo aumentan los casos con valores por encima de 2oC en verano y, en algunos años, no se registran temperaturas por debajo de -2oC. Y al principio de siglo la frecuencia de días con temperaturas por encima de 2oC y por debajo de -2oC era similar.” ¿Y cuál será la importancia de que cambie la frecuencia de temperaturas por debajo de -2oC? “En esas latitudes, la temperatura del aire y la del mar que lo rodea se relacionan con la cantidad de hielo en mar: hasta dónde llega la distribución de hielo, y si está presente o no en Orcadas, va estar directamente relacionado con la temperatura. Entonces, cuantos menos casos de temperatura por debajo de cero grado, es menor la extensión del hielo en mar o de congelamiento en las cercanías”, explica Rusticucci, que además fue autora principal del cuarto informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (conocido por sus siglas inglés: IPCC) publicado en 2007. Este panel fue creado por la Organización Meteorológica Mundial y por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente para estudiar el cambio climático global, y está conformado por especialistas de diversas disciplinas.

Orcadas y el cambio climático

A partir del año próximo, se empezará a preparar el quinto informe del IPCC y será publicado entre el 2013 y 2014. Este estudio aportará nuevas evidencias de los cambios observados, un avance en el entendimiento de las bases físicas de estos cambios, sus impactos sobre el planeta y las posibles maneras de mitigar sus efectos. “Lleva mucho tiempo de elaboración, porque es un relevamiento de toda la bibliografía publicada, se producen varios borradores y se corrigen; es un proceso de por lo menos dos o tres años de elaboración. Esto explica la rigurosidad de los resultados que publica el IPCC”, comenta Rusticucci.

Los resultados que aporta el trabajo sobre Orcadas no existían para el informe anterior, ya que los datos más antiguos de esa estación se encontraban en una publicación olvidada en el Servicio Meteorológico Nacional y tuvieron que ser digitalizados. Además de las mediciones in-situ, la Antártida se puede estudiar mediante satélites, a través de los cuales se infieren las variables meteorológicas. Los satélites reciben información de radiación que se puede transformar en valores de temperatura, por ejemplo. También se pueden obtener datos de regiones en donde no hay estaciones meteorológicas a través de lo que se conoce como “datos de reanálisis”, que es información calculada por modelos numéricos a través de observaciones de otras regiones y de información satelital.

Pero “en términos de datos observados, Orcadas aporta una información que no tienen otras fuentes. Como en general las observaciones se distribuyen, entonces hubo bastante interés de la comunidad internacional en ver qué es lo que Orcadas puede decirnos del clima de la Antártida antes de mitad del siglo XX”, y prosigue: “además, ahora se está haciendo mucho foco en lo que va a suceder en la criósfera en general y en la Antártida en particular, porque es el continente sobre el que menos se sabe comparativamente, a pesar de que hace muchos años que se está estudiando”, señala Rusticucci. Cabe destacar que la criósfera es el conjunto de porciones de la Tierra en donde el agua se encuentra en estado sólido, e incluye: hielo marino, glaciares, cobertura de nieve, lagos congelados y suelos congelados, como por ejemplo en Groenlandia. Además este componente del sistema climático es el más sensible a los aumentos de temperatura.

Pero ¿a qué pueden deberse los aumentos de temperatura de la estación Orcadas? “El mínimo en la concentración de ozono en Antártida (conocido como “agujero de ozono”) tiene su mayor efecto sobre la temperatura en verano, con unos meses de retraso de su máxima extensión, que se da en primavera. Nosotros encontramos que los aumentos de temperatura en verano se aceleran después de la década del 70 (momento en que aparece el importante mínimo). Es por esto que, muy probablemente, estos aumentos estén relacionados con la disminución en la concentración de ozono.” Y continúa: “Sin embargo, también se observan importantes aumentos de temperatura previo a 1970 que, si bien no podemos olvidarnos de la influencia de la variabilidad natural del clima, podrían estar asociados a los aumentos en la concentración de gases de efecto invernadero en las últimas décadas”, concluye.

 

LA PREVISIÓN CLIMÁTICA EN LA MIRA

Pasó con discreción por los medios nacionales; con más discreción que la previsible para un tema que, en otras ocasiones, se llevó tapas de diarios y lugares destacados en los noticieros: el clima. Durante una semana, la ciudad suiza de Ginebra recibió a las delegaciones de más de 200 países para participar de la Tercera Conferencia Sobre el Clima, convocada por uno de los organismos de la ONU más movilizado de los últimos tiempos: la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

La cita fue del 31 de agosto al 4 de septiembre y esta edición tuvo como tema la predicción e información del clima relacionadas con la adopción de decisiones; y, como objetivo, delinear un marco que facilite el trabajo conjunto entre los climatólogos y las instituciones y organismos que reciben la información climática.

La Conferencia trabajó durante los primeros tres días motorizada por los científicos participantes, que debatieron los documentos que venían elaborando desde principios de año sobre temas relativos al clima y el agua, el clima y el turismo, el clima y las energías renovables, el clima y la salud humana, entre otros. En la sección “Variabilidad climática en el rango de décadas” participó la investigadora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos Carolina Vera, quien tuvo a su cargo la elaboración de un documento que trabajó durante más de seis meses junto a 15 coautores de distintos países y que se focalizó en las capacidades científicas de predicción y las necesidades de esa información que tienen y tendrán distintos actores sociales.

Después del trabajo discutido en secciones, a la hora de establecer definiciones, la componente científica de la Conferencia elaboró un documento general donde propone la creación de un Marco Mundial para los Servicios Climáticos en los que “los elaboradores y los proveedores de información, predicciones y servicios climáticos, y los sectores sensibles al clima de todo el mundo, trabajarán juntos para ayudar a la comunidad mundial a adaptarse mejor a los desafíos que plantean la variabilidad del clima y el cambio climático”. Para los científicos de esta Conferencia, la clave está en los servicios de información climática, que posibilitan prever de la forma más apropiada actividades industriales, comerciales y anticiparse a las llamadas “catástrofes naturales”.