Avance en el conocimiento del Chagas

Pican, pican… las vinchucas

Investigadores de Exactas-UBA lograron -por primera vez- estimar cada cuánto tiempo una vinchuca se alimenta del ser humano. También demostraron de qué manera la presencia de perros y gallinas dentro del domicilio altera significativamente esa frecuencia. El estudio brinda nuevas herramientas para evaluar el riesgo de transmisión de la enfermedad y mejorar las estrategias de control.

22 Ago 2014 POR

Como los mosquitos, los piojos o las garrapatas, la vinchuca es un insecto hematófago, es decir, se alimenta con sangre. El ser humano no es su plato exclusivo. En su menú también incluye a los perros, los gatos, las gallinas o las cabras, entre otros animales.

Es bien sabido que, cuando pica al hombre, la vinchuca puede transmitir un parásito –el Trypanosoma cruzi– causante de la Enfermedad de Chagas. Sin embargo, lo que no se toma muy en cuenta es que cuando un individuo recibe muchas picaduras, no sólo sufre una importante alteración de su descanso y puede padecer reacciones alérgicas graves sino que, además, puede presentar cuadros de anemia. “Una vinchuca puede llegar a sacarte medio mililitro de sangre con cada picadura”, comenta Ricardo Gürtler, investigador del CONICET, director del Laboratorio de Eco-epidemiología de Exactas-UBA y autor principal del estudio publicado en la revista científica PLOS Neglected Tropical Diseases, en el que, por primera vez, se estima de manera confiable la frecuencia con la que el insecto adulto s­e alimenta del ser humano.

La investigación fue efectuada durante la primavera –un momento del año en el que se da un pico de casos agudos de Chagas- en ocho comunidades vecinas del Departamento de Figueroa, un área de la provincia de Santiago del Estero con alta infestación por vinchucas.

“Encontramos que en ese lugar, durante la primavera, cada vinchuca estaría picando a un ser humano cada cuatro días en promedio, y hay viviendas en las que cada persona recibiría más de diez picaduras en una misma noche”, revela Gürtler. “Esto significa una alta tasa de contacto y una fuerte extracción de sangre al ser humano”, completa.

Distracción temporal

Pero también, y más importante aún, el trabajo ilumina el debate científico acerca de si la presencia de gallinas o perros en el interior del domicilio es útil para hacer que la vinchuca “se distraiga” picando a esos animales -en lugar de las personas- y, con ello, lograr que disminuya la transmisión del Chagas en la población humana.

A través de la vinchuca, los perros –al igual que el hombre- pueden ser infectados por el Trypanosoma cruzi y, de esta manera, actúan como reservorios del parásito. En cambio, las gallinas son “anti-reservorios”: aunque sean picadas por la vinchuca, su sistema inmune destruye al parásito y no se infectan.

Este conocimiento llevó a pensar en la posibilidad de usar a estas aves como un elemento de control de la transmisión del Chagas. La idea central que apoya esta hipótesis es que si se logra “desviar” las picaduras de las vinchucas hacia las gallinas, se puede reducir la tasa de contacto entre el insecto y el ser humano. “Sería una picadura que la vinchuca ‘gasta’ sin transmitir el parásito”, ilustra Gürtler.

Los resultados del estudio muestran que, efectivamente, en la medida en que se incrementa la presencia de gallinas en el interior de la casa, disminuye la tasa de contacto entre las vinchucas y el ser humano.

No obstante, este efecto no se sostendría en el tiempo y, a la larga, empeoraría la situación. Porque si bien durante la primavera la presencia de perros y gallinas en el interior de la casa “desvía” a las vinchucas y reduce su tasa de contacto con los humanos, esto no evita que el insecto se siga multiplicando. A su vez, como los perros son 19 veces más infecciosos que el humano para transmitir el parásito al insecto, se transformarán en un reservorio importante del Trypanosoma cruzi, lo cual hará que aumente la cantidad de vinchucas infectadas por el parásito.

Integrando el análisis de los resultados de este estudio con datos de trabajos anteriores, Gürtler sugiere que “cuando llega el verano y los animales eligen dormir en el exterior de la casa, dejan en los dormitorios una población mayor de vinchucas infectadas por el parásito que ahora sólo tienen sangre humana para alimentarse”.

Según el investigador, “habría que considerar seriamente si el uso de gallinas como medida profiláctica no debería ser descripto más adecuadamente como una acción que finalmente potencia el riesgo de transmisión”.