Aedes aegypti en la ciudad

Ya hay mosquitos volando y picando

La última información provista por el Grupo de Estudio de Mosquitos arroja que ya son siete los puntos donde se registró presencia de Aedes aegypti en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. El mosquito que trasmite el dengue, entre otras enfermedades, se anticipó un mes esta temporada. Críticas a las políticas de prevención.

28 Sep 2017 POR
En los barrios de Agronomía, Chacarita, Barrio Norte, Palermo y Villa Crespo, “hay mosquitos adultos picando”, sostiene Nicolás Schweigmann. Foto: Gentileza Nicolás Schweigmann.

En los barrios de Agronomía, Chacarita, Barrio Norte, Palermo y Villa Crespo, “hay mosquitos adultos picando”, sostiene Nicolás Schweigmann. Foto: Gentileza Nicolás Schweigmann.

“Además de ser una alerta para la población, esto debería ser una alerta para el Estado”, advierte Nicolás  Schweigmann, director del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. El especialista hace referencia a la detección, en varios puntos de la Ciudad de Buenos Aires y del conurbano, de ejemplares de Aedes aegypti, la especie que trasmite el virus del dengue, el zika, de la fiebre amarilla y la chikungunya, entre otras enfermedades.

El grupo dirigido por Schweigmann mantiene un monitoreo con ovitrampras (dispositivos para detectar huevos de mosquitos) en 218 puntos de la Ciudad y también concentra datos de otros puntos del conurbano. La información actualizada con que cuenta el grupo de investigación indica que hoy son siete los lugares donde se detectaron no sólo huevos sino ejemplares adultos. En los barrios de Agronomía, Chacarita, Barrio Norte, Palermo y Villa Crespo, lo mismo que en las ciudades de Monte Grande y San Martín de la Provincia de Buenos Aires, “hay mosquitos adultos picando”, sostiene el especialista y explica que “en relación con el año pasado, se ha adelantado un mes la temporada en la que los huevos eclosionan”.

¿Este adelantamiento puede implicar un peligro de epidemia futura? “Se requiere una abundancia de mosquitos suficiente para que, si ingresa el virus, éste prenda y comience a generarse la epidemia. Si el virus no circula por los países limítrofes -que están asociados a las epidemias argentinas- zafaremos un año más. Igual, la espada de Damocles la vamos a tener siempre sobre la cabeza si no hacemos algo”, explica Schweigmann.

Cuando se lo consulta acerca de las políticas públicas de prevención que se están desarrollando, Schweigmann afirma que “el Estado está trabajando de forma demasiado  tibia. No lo está tomando con la seriedad que requiere el problema”.

Desde el grupo de investigación destacan que el momento más indicado para interrumpir el ciclo del Aedes aegypti es durante el período invernal. «Durante este período, las poblaciones de mosquitos se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad y son más fáciles de controlar. Se encuentran principalmente como huevos, los cuales se pueden controlar con calor -por ejemplo, con agua hirviendo- o eliminando definitivamente el criadero. Los huevos no pueden escapar», indican.

Riesgo en el cementerio

Pupas de mosquito en una botella que hace las veces de maceta. Foto: Gentileza Nicolás Schweigmann.

Para Schweigmann, la presencia de criaderos de mosquitos no es un problema exclusivo de los ministerios y organismos de salud sino que atraviesa todas las carteras gubernamentales, que son responsables de gran cantidad de depósitos y espacios públicos donde se pueden reproducir los mosquitos.

Una de las alertas del Grupo de Estudio de Mosquitos deja en evidencia, en particular, al cementerio de la Chacarita. Como sucede con otras necrópolis, es un importante centro de criaderos a raíz del agua depositada en recipientes para las flores. “Venimos planteando que se debe prohibir el uso de floreros, pero no pasa nada”, esgrime Schweigmann y enseguida relata: “La gente pasa por el medio del cementerio para acortar camino a la estación, y esto constituye un peligro para la población porque hay criaderos y Aedes aegypti picando”.

Entre las medidas preventivas que hay que adoptar, el especialista propone destruir todos los recipientes móviles, y tapar los fijos para evitar que se acumule agua. Al no favorecer las condiciones para que el mosquito deposite sus huevos, se impide la dinámica que puede concluir en una epidemia. “Estas son decisiones políticas”, plantea, quien en 1995 encontró por primera vez un Aedes en la ciudad porteña. Desde entonces, el investigador del CONICET insiste con la estrategia de descacharrar, tirar agua hirviendo en las paredes de las rejillas, y deshacerse de toda la chatarra a la vista, mucha de la cual se encuentra en predios de organismos públicos.

Vehículos descartados en descampados o autos apilados por años en depósitos judiciales o en ministerios, además de juntar alimañas de todo tipo, arman el hogar perfecto para la cría de este insecto. “Los policías que cuidan estos playones están en peligro, al igual que los vecinos; y hay una responsabilidad del Poder Judicial para resolverlo”, apunta e insiste: “Hay ciertos temas donde el Estado tiene un rol indelegable para la prevención”.

Por otra parte, las cubiertas son en sí un problema. En la Argentina, las gomerías se promocionan a partir de la exhibición de cubiertas que acumulan agua y posibles criaderos. “La Ciudad multa por esto a los comerciantes, pero no les da alternativas de reciclado. Salvo en la provincia de Buenos Aires, en el resto del país –describe- no hay plantas de tratamiento del caucho”.

Peligros varios

Centros de salud pueden convertirse en foco de peligro. De hecho, los investigadores tienen registro de la existencia de mosquitos adultos en el hospital Eva Perón de la localidad de San Martín, Provincia de Buenos Aires. “En hospitales hay material de descarte que queda en terrazas o alguna parte del predio, donde se establece el ciclo de vida del mosquito”, indica. “Los hospitales de todo el país –señala- deberían ser centros libres de criaderos, donde haya un monitoreo permanente”.

Los basurales a cielo abierto son otro foco de suma peligrosidad, lo mismo que las obras en construcción con sus tachos de 200 litros y mezcladoras que pueden acumular agua de lluvia y establecer el ciclo del mosquito. “Estos elementos van de una obra a otra y trasladan el Aedes. No existen protocolos para su manejo, que requeriría dar vuelta los tachos, o taparlos durante el fin de semana o cuando no son usados”, recomienda.

Este año, el invierno fue más cálido de lo habitual, tampoco había sido demasiado frío el de 2015, “que se convirtió en la antesala de la epidemia de dengue que registró casos a partir de enero de ese año”, recuerda. Y también las recientes lluvias suponen una preocupación para los especialistas, ya que provee el agua indispensable para el ciclo de vida de estos mosquitos.

Como viene repitiendo desde hace años, Schweigmann aconseja que, más allá de la acción o inacción gubernamental, los vecinos tomen la iniciativa. “Empecemos a mirar la casa y manzana donde vivimos como parte del ambiente que debemos cuidar”, dice y agrega: “Estamos en situación de alerta. Ojo, que ya empezamos. A contar con mosquiteros, dar vuelta los tachos y exigir al Estado que elimine de manera inmediata los floreros de los cementerios, deseche la chatarra oficial, entre otras medidas. Esto es prevención, estamos hablando antes de que ocurran los hechos”, concluye el especialista.