Medio ambiente

Aires de Madryn

A pedido del gobierno de Chubut, un equipo de científicos de diferentes instituciones elaboraron un proyecto para analizar las emisiones que lanza a la atmósfera Aluar, una de las empresas más importante del país. La iniciativa, que se pondría en marcha en 2017, evaluará varios contaminantes típicos derivados de la producción de aluminio.

30 Nov 2016 POR
De acuerdo con le planificación del trabajo, cada semana, los científicos tomarían muestras para su análisis en cuatro sitios diferentes en la ciudad de Puerto Madryn, a lo largo de doce meses. Transcurrido el año, se tomarían seis meses para elaborar el informe final. Foto: Marialegria/Flickr

De acuerdo con le planificación del trabajo, cada semana, los científicos tomarían muestras para su análisis en cuatro sitios diferentes en la ciudad de Puerto Madryn, a lo largo de doce meses. Transcurrido el año, se tomarían seis meses para elaborar el informe final. Foto: Marialegria/Flickr

¿El aire de Puerto Madryn es suficientemente puro? Una propuesta para analizar las emisiones que se lanzan a la atmósfera desde la empresa de aluminio Aluar está siendo elaborada por tres institutos coordinados por el CONICET, tras un pedido realizado por el gobierno de la provincia del Chubut. El proyecto de monitoreo se pondría en marcha el año próximo.

“La empresa Aluar Aluminio Argentino da empleo a 2.200 trabajadores en Puerto Madryn y abastece prácticamente la totalidad de aluminio en el país, además de exportar cerca del 70% de su producción. Esta intensa actividad implica naturalmente emisiones de gases a la atmósfera que son potencialmente nocivas”, indica el profesor Enrique San Román, investigador del CONICET en el Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE), en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. “Se trata de un servicio técnico de alto nivel, de gran envergadura y larga duración (18 meses) que fue propuesto al CONICET, que coordina la iniciativa, y que involucra al INQUIMAE junto con la Planta Piloto de Ingeniería Química (PLAPIQUI, CONICET-UNS) y el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA, CONICET-UBA)”, detalla. Él junto con Horacio Bogo, profesional del CONICET, tienen la responsabilidad de planificar la participación del INQUIMAE en la propuesta.

San Román Bogo. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas Comunicación

Horacio Bogo y Enrique San Román. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas Comunicación

No es la primera vez que San Román y Bogo ponen bajo estudio el aire de Madryn. Entre los años 2009 y 2010, ellos junto con otros científicos fueron parte de una investigación, -en ese caso pedida por la propia empresa Aluar, para analizar si las emisiones de flúor de la planta de aluminio a la atmósfera estaban dentro de los parámetros recomendables. “En ese momento, el estudio arrojó que estaba dentro de los niveles aceptables”, historia desde el Laboratorio de Fotoquímica en el Pabellón II de la Ciudad Universitaria. “Pero la preocupación de la población siempre subsiste. En este caso el estudio abarcará al flúor junto con otros contaminantes que se incorporan a la atmósfera y pueden tener un efecto sobre la salud”, subraya.

Ahora, la propuesta de medición es más amplia. “Se trata de monitorear continuamente tres contaminantes típicos de la producción de aluminio: el flúor; los hidrocarburos aromáticos policíclicos; y el material particulado, el cual la empresa emite especialmente porque trabaja con alúmina. Junto con ellos se monitorearán los óxidos de nitrógeno, producto típico de la combustión. La planta de Aluar tiene una propia central termoeléctrica en la ciudad de Puerto Madryn. Esto contribuye -junto con otras fuentes- a la emisión de óxido de nitrógeno a la atmósfera”, describe San Román.

Cada semana, los científicos tomarían muestras para su análisis en cuatro sitios diferentes en la ciudad de Puerto Madryn, a lo largo de doce meses. Transcurrido el año, se tomarían seis meses para elaborar el informe final. “La misma empresa Aluar tiene una serie de sitios de monitoreo atmosférico, y no hemos establecido aún en cuáles de estas estaciones montaríamos nuestro equipamiento”, puntualiza.  “Cada uno de los cuatro sitios estará dotado de instrumental de alta complejidad y las muestras que se van a recoger serán analizadas en laboratorios propios o de terceros”, señala.

Si bien, esos son detalles a convenir, la empresa cuenta, como ya se ha dicho, con una red de monitoreo ambiental que realiza periódicos controles de la calidad del aire y de sus emisiones. “La idea del monitoreo –precisa- es efectuar las mediciones y contrastarlas con los resultados de las que realiza la empresa. Y aparte, hacer una auditoría de las emisiones que salen de la planta y cómo inciden en la calidad de la atmósfera del lugar”.

Horacio Bogo, Unés Camillioni y Enrique San Román.

Horacio Bogo, Inés Camillioni y Enrique San Román. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas Comunicación.

Desde el CIMA, Inés Camilloni y Andrea Pineda Rojas proponen “la medición de parámetros meteorológicos (temperatura, velocidad del viento, humedad, etc.) y realizar el modelado de dispersión decontaminantes atmosféricos. A partir de las simulaciones que se generen se podrán estimar las distribuciones horizontales de las concentraciones horarias de los contaminantes a monitorear e identificar zonas de máxima concentración para cada uno de ellos.  De esta forma,  -agregan-, el CIMA contribuirá con la selección de la localización para los sitios de monitoreo de calidad del aire y con información de parámetros meteorológicos”.

En tanto, investigadores y profesionales de apoyo de PLAPIQUI participarán en el diseño y la implementación de las auditorías de emisión de los contaminantes atmosféricos en cuestión, a los efectos de elaborar un inventario de los mismos. Esta información, junto con la obtenida en las restantes acciones del proyecto, será procesada por un experto extranjero en problemas ambientales de la industria del aluminio primario para establecer la situación de los factores de emisión obtenidos en este caso en relación con los estándares internacionales en vigencia.

Los tres institutos coordinados por el CONICET conforman una unidad operativa para llevar adelante la propuesta, que, en caso de aprobarse, comenzaría a funcionar a partir de 2017. Y que no concluiría hasta cumplirse los 18 meses de monitoreo planificado. “Luego de transcurrido ese tiempo, el equipamiento será transferido al gobierno del Chubut para que tenga la potencialidad de monitorear en el futuro”, indica San Román y concluye: “El proyecto implica la capacitación de gente del Ministerio de Ambiente para que puedan tener autonomía en este terreno y en el futuro se hagan cargo ellos”.