Medio ambiente

Miden los efectos del glifosato en un alga unicelular

El herbicida inhibe el crecimiento del alga y la producción de clorofila debido a la generación de sustancias oxidantes. Este resultado, que surge de un trabajo llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Facultad, fue publicado en la revista Ecotoxicology and Environmental Safety.

12 Jul 2011 POR

Los herbicidas y pesticidas que se aplican en el campo suelen ser arrastrados por el viento hacia los arroyos y lagunas poniendo en riesgo la vida que allí se desarrolla, como el conjunto de algas (fitoplancton) que viven dispersas en el agua y efectúan fotosíntesis. Pero ellas no son las únicas afectadas, pues forman la base de la cadena alimentaria, y sirven de alimento a los peces y otros habitantes de esos cuerpos de agua.

Un equipo de investigadoras de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA probó en un alga cuál es el efecto de una de las formulaciones más usadas de glifosato que se aplica en la pampa húmeda para el control de las malezas. La acción de este herbicida, que se emplea especialmente en los cultivos de soja resistente al compuesto, consiste en inhibir la producción de una enzima que participa en la fabricación de algunas proteínas fundamentales para la vida de la planta. Se creía que los organismos que no poseen esa enzima, como por ejemplo los animales, no se verían afectados por la toxicidad del compuesto. Sin embargo, los investigadores demuestran que el compuesto produce también otros efectos que alcanzan a los organismos que no son el blanco del herbicida.

“Expusimos una cepa del alga unicelular Chlorella kessleri a una dosis de glifosato, y luego de 96 horas observamos que se inhibía el crecimiento celular”, explica la doctora María del Carmen Ríos de Molina, investigadora del Conicet y directora del Laboratorio de Enzimología, Estrés y Metabolismo (LEEM) en la FCEyN. La cepa del alga en cuestión fue aislada de una laguna de aguas muy ácidas, y mostró alta tolerancia a ciertos pesticidas y a metales como el cromo y el cobre. Sin embargo, no pudo hacer frente al glifosato.

“Lo primero que vimos en el alga fue una caída en la producción de clorofila”, relata Ríos de Molina, y agrega: “Creemos que, en general, el efecto en los organismos que no son el blanco del herbicida se debe a mecanismos diferentes de lo que sucede en las malezas”. Por ello, las investigadoras postularon que la causa podría residir en la generación de sustancias muy reactivas que atacan a las proteínas celulares y al ADN.

Es lo que se denomina estrés oxidativo, que puede ser causado por factores exógenos o endógenos, y en el cual aumentan las moléculas oxidantes que dañan a las proteínas, los lípidos e, incluso, los ácidos nucleicos. Para bloquear la acción de los oxidantes, todo organismo fabrica sustancias antioxidantes, como por ejemplo la enzima superóxido dismutasa y la catalasa. Pero, muchas veces, esos mecanismos de defensa no dan abasto, y el daño celular resulta inevitable.

Efecto oxidante

Para confirmar si fue el estrés oxidativo, en efecto, lo que inhibió el crecimiento del alga, se midió el contenido de clorofila y de proteínas, así como los niveles de las enzimas antioxidantes.

“Todos los parámetros de estrés oxidativo estaban alterados”, confirma Delfina Romero, primera autora del trabajo publicado en Ecotoxicology and Environmental Safety, que fue realizado bajo la dirección conjunta de las doctoras Ríos de Molina y Ángela Juárez, docente del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la FCEyN y miembro del LEEM.

Las investigadoras confirmaron el efecto tóxico del herbicida, porque midieron una mayor producción de enzimas antioxidantes y una disminución de la clorofila. No obstante, observaron que no había inhibición en la síntesis de proteínas, que es precisamente lo que les sucede a las plantas cuando son fumigadas con glifosato.

Luego de haber demostrado las consecuencias letales del glifosato en un alga, los investigadores analizaron el efecto en bivalvos, encontrando que produce en ellos un daño oxidativo en los lípidos. Actualmente han iniciado estudios para determinar qué les pasa a los bivalvos cuando se alimentan de fitoplancton que ha sufrido la acción del herbicida.

Las etiquetas de los envases del glifosato suelen afirmar que el producto es inocuo para los animales. Sin embargo, muchos organismos se alimentan de plantas y algas que pueden estar afectadas por ese herbicida.

Suele decirse además que este agroquímico tiene poca acción en el agua debido a que es retenido por las partículas del suelo y degradado con rapidez por parte de los microorganismos. Pero lo cierto es que el glifosato entra en los cuerpos de agua, ya sea arrastrado por el viento o transportado por el agua a través del lavado de las máquinas fumigadoras. A veces también se aplica en las lagunas para eliminar las malezas acuáticas.

Por ello, Ríos de Molina advierte: “La legislación no contempla los fenómenos a largo plazo de los herbicidas y pesticidas, ni la acumulación y magnificación de efectos, y tampoco las consecuencias de la acción conjunta de diferentes contaminantes”.

 

Los pobladores de las áreas fumigadas

La doctora María del Carmen Ríos de Molina dirige un proyecto que acaba de ponerse en marcha y que tiene como objetivo evaluar el efecto del glifosato en la población que vive en las áreas que son fumigadas regularmente con glifosato, en particular en los alrededores de la ciudad de Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos. Se trata de un trabajo multidisciplinario, financiado por el programa UBANEX, de la Secretaría de Extensión de la Universidad de Buenos Aires.

En un grupo de cien pobladores del área afectada por las fumigaciones se medirá la presencia de glifosato en sangre y se evaluarán también los parámetros de estrés oxidativo. Esos datos serán comparados con análisis efectuados a otro grupo de personas que vivan en áreas no expuestas al herbicida. También se medirán las transaminasas hepáticas, enzimas que se ven alteradas cuando ingresan sustancias tóxicas en el organismo.