Lingüística y biología

Esa cosa llamada lenguaje

La facultad del lenguaje es exclusiva de los seres humanos y no sufrió evolución desde su origen, afirmó el lingüista Noam Chomsky, en su conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El investigador visitó la Argentina para participar en el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad, organizado por la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional.

8 Abr 2015 POR
Según Chomsky, la facultad del lenguaje no ha evolucionado desde el momento en que el primer hombre pudo articular la primera palabra. “Evolución implica cambio genético, y hay evidencia de que no hubo evolución en el lenguaje humano al menos durante los últimos 70 mil años”, señaló.

Según Chomsky, la facultad del lenguaje no ha evolucionado desde el momento en que el primer hombre pudo articular la primera palabra. “Evolución implica cambio genético, y hay evidencia de que no hubo evolución en el lenguaje humano al menos durante los últimos 70 mil años”, señaló.

El lenguaje es el medio con el cual nos comunicamos con los demás y es el que nos permite hablarnos a nosotros mismos. Es al mismo tiempo natural y misterioso. ¿Qué es lo que hace que los humanos poseamos esa facultad? ¿Puede llamarse lenguaje la capacidad de ciertos animales para comunicarse entre sí? Estas preguntas obtuvieron diferentes respuestas a lo largo de los siglos. La que dio el lingüista y filósofo Noam Chomsky en la década de 1950, a través de la teoría conocida como “gramática generativa”, sigue siendo la más novedosa.

Al respecto, la periodista científica Christinne Kenneally, en su libro The first word (2007), señaló que Chomsky “ha funcionado como una constante geográfica en las mentes de generaciones de científicos y lingüistas desde 1960. Es como si, con la publicación de su primer libro, hubiera clavado una bandera y hubiera dicho ‘este es el Polo Norte’. A partir de allí el resto del mundo científico se acomodó en el mapa según esa bandera”.

En los años 40 había dos concepciones principales sobre el lenguaje: una, desarrollada por el lingüista suizo Ferdinand de Saussure, sostenía que el lenguaje era un fenómeno social. Para la otra, se trataba de una colección de proposiciones, según relató Chomsky, que destacó: “La gramática generativa tiene una perspectiva distinta: considera al lenguaje como una propiedad biológica del ser humano, como algo que está en la cabeza, no en la sociedad. Tampoco supone que el lenguaje sea un conjunto de oraciones, sino un procedimiento para combinar elementos finitos y producir infinitas oraciones”.

Tenemos la capacidad de producir y comprender “una cantidad infinita de expresiones adecuadas a la situación, pero que no son causadas por la situación”, señaló. Pero ¿por qué podemos producir tal cantidad infinita de expresiones?

Esa pregunta sólo puede responderse desde la concepción de una gramática universal e innata. “Si vemos el lenguaje como un objeto biológico, se pueden contestar algunas preguntas”, acotó.

¿Cómo comprobar que el lenguaje es un objeto biológico? Las evidencias más fuertes surgen del estudio de la adquisición del lenguaje en los niños, que comienzan a hablar en forma espontánea, sin capacitación ni instrucción. Un niño puede distinguir el lenguaje del mero ruido. En cambio, un chimpancé, con el mismo sistema de audición y en un ambiente similar, sólo va a escuchar ruidos.

La gramática universal

Para la doctora Guiomar Ciapuscio, profesora titular de Lingüística en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, la teoría de Chomsky tuvo el gran mérito de formular y vincular de manera explícita dos preguntas y convertirlas en el foco de la investigación: ¿cómo se adquiere el lenguaje? es decir, ¿cómo adquieren los niños la lengua? , y ¿en qué consiste saber una lengua, es decir, ser un hablante de portugués, chino o español? “La metáfora del lenguaje como un órgano mental expresa con potencia la idea de que el lenguaje es un sistema de conocimiento interno, computacional, representado en la mente/cerebro del hablante, que contiene un núcleo compartido por los hablantes de todas las lenguas, una gramática universal. A la diversidad de las lenguas del mundo subyace un conjunto de principios universales comunes”, afirma Ciapuscio, y prosigue: “Buscar lo universal y los límites de la variación es una de las metas fundamentales de la gramática generativa, que puede alcanzarse solo a partir del estudio intensivo de la gramática de las distintas lenguas y variedades lingüísticas conducido por esta teoría, que se encuentra en permanente revisión y reformulación”.

Pero hay una tercera pregunta, que fue creciendo en importancia: si el lenguaje es privativo de los humanos, distinto de la capacidad comunicativa de otras especies, ¿cómo surgió el lenguaje en la especie humana? “La tesis de Chomsky es que ocurrió por una combinatoria de factores: leyes físicas independientes de la selección natural, por un lado y, por el otro, junto con las adaptaciones evolutivas principales, la posibilidad de que se haya producido una «exaptación» o adaptación secundaria, por la cual una característica física de un organismo que servía para determinada necesidad empieza a usarse para algo distinto”, comenta Ciapuscio. De este modo, Chomsky se acercó al campo de la biología, y es indudable que el avance del conocimiento requiere de la colaboración interdisciplinaria.

Las lenguas varían con el tiempo, la región o el estrato social de los hablantes. Pero, según Chomsky, la facultad del lenguaje no ha evolucionado desde el momento en que el primer hombre pudo articular la primera palabra. “Evolución implica cambio genético, y hay evidencia de que no hubo evolución en el lenguaje humano al menos durante los últimos 70 mil años”, señaló.

Cuando nuestros ancestros dejaron África, se expandieron por el mundo en poco tiempo y hace unos 40 mil años llegaron a Nueva Guinea. “Si uno toma un niño de Nueva Guinea, de una población que no haya tenido contacto con otros grupos durante miles de años, vería que sería capaz de aprender a hablar como lo hacemos nosotros, y lo mismo sucedería con cualquier otra capacidad cognitiva”, comentó Chomsky. De esta manera, intentó mostrar que la capacidad mental y la lingüística son equivalentes.

Chomsky recibió el diploma de Profesor Honorario por su postura en contra de la mercantilización de las universidades y de la educación.

Chomsky recibió el diploma de Profesor Honorario por su postura en contra de la mercantilización de las universidades y de la educación.

El copo de nieve

Según Chomsky, “debe de haber ciertos principios básicos muy simples que expliquen el lenguaje y operen con las leyes naturales”. Para el lingüista, el lenguaje sería equivalente a un copo de nieve, que tiene una estructura compleja, pero que puede explicarse según principios muy simples de la física.

Para José Castaño, lingüista y doctor en computación, un aspecto importante de la concepción de Chomsky es que la función primordial del lenguaje no es la comunicación, sino que, para el investigador, el lenguaje es un instrumento del pensamiento. “A través del lenguaje nos hablamos a nosotros mismos, y no podemos dejar de hacerlo”, comentó, Castaño. Pero la gran paradoja es que no accedemos en forma consciente a muchos de nuestros pensamientos.

Desde la perspectiva chomskiana, la facultad del lenguaje está constituida por un sistema computacional, en nuestro cerebro, que contiene dos interfaces: una conecta al pensamiento, el componente conceptual, y, otra, con la parte sensorio-motriz, que permite producir sonidos, o el movimiento de las manos en el caso del lenguaje de señas.

La capacidad de oír sonidos y producirlos es compartida con otras especies, como los pájaros y ciertos primates. El componente exclusivo de los humanos, determinado genéticamente, es la parte computacional. “Esa estructura que tenemos en la cabeza es la que nos permite computar el lenguaje de forma eficiente y hacer la interfaz”, afirma Castaño.

“Otro aspecto interesante en la concepción de Chomsky es su idea de que es imposible que las máquinas piensen. Pueden hacer cálculos, predecir hechos, incluso reproducir la voz humana, pero no pueden pensar”, señala Castaño, desde el Departamento de Computación de Exactas UBA.

Como Galileo

Chomsky postula una concepción del lenguaje que encuentra oposición por parte de muchos psicólogos, psicolingüistas y también algunos investigadores de las neurociencias. Según el especialista, esta situación es muy parecida a lo que ocurría en los albores de la ciencia moderna, cuando fue necesario desechar muchos de los conceptos medievales.

Cuando Galileo y otros científicos pudieron asombrarse frente a los fenómenos cotidianos, pronto se dieron cuenta de que las explicaciones medievales no tenían sentido. “Esta habilidad por sentirse desconcertado ante los fenómenos familiares es una capacidad importante tanto en la infancia como en los niveles más avanzados de la investigación. Y eso es lo que sucedía en los años ’50 cuando empezamos a trabajar en la naturaleza del lenguaje. Cualquier aspecto nos intrigaba: los sonidos del habla, el significado de las palabras, las estructuras complejas”, relató Chomsky.

Desde Galileo, la ciencia ha tratado de mostrar que hay principios muy simples que operan para dar como resultado los fenómenos complejos que observamos. Algo similar sucede con el lenguaje.

La gramática generativa postula un único mecanismo, universal, capaz de producir infinitas oraciones. “Si esto no fuera así, sería un milagro que los niños puedan adquirir el lenguaje con tanta facilidad, entonces debe de haber algo simple que puede ser adquirido con muy pocos datos del contexto”.

El lenguaje de señas es similar al lenguaje hablado, en forma y estructura, y es similar la forma de adquirirlo. Asimismo, cuando aprendemos una segunda lengua, estudiamos el léxico, los formantes de género y número, y la conjugación de los verbos, pero no los principios de la sintaxis, ni de la formación de palabras. Es como aprender a caminar o a subir una escalera, no es necesario aprender a poner un pie delante del otro.

“Lo que afirmo se opone a lo que está en boga”, señaló Chomsky, y apuntó: “Los estudios de cognición están aún en la Edad Media. La creencia que se sostiene es irracional, al igual que las ideas que Galileo trató de combatir”. Y concluyó: “El desafío para el futuro es que se abandonen todos los supuestos equivocados, así como se abandonó la ciencia de la Edad Media”.