Fernando Goldaum. Foto: Diana Martinez Llaser
Nueva gestión en la Agencia

Más continuidades que rupturas

Luego de una prolongada tarea a cargo de Armando Bertranou, el inmunólogo Fernando Goldbaum asumió recientemente como nuevo presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Mejorar la eficiencia de las herramientas existentes y profundizar la articulación del sistema científico con el sector productivo serán ejes centrales de su gestión.

2 Jun 2014 POR
Fernando Goldbaum. Foto: Diana Martinez Llaser

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La trayectoria científica de Fernando Goldbaum se fue desarrollando de manera tal que, con el correr de los años, le permitió ir cubriendo casi la totalidad de los múltiples aspectos que puede tener la carrera de un investigador. Estudiante, militante universitario, licenciado (en Bioquímica UBA), doctor (en Inmunología UBA), posdoc (Maryland University, Estados Unidos), docente, director de laboratorio (Inmunología y Microbiología Molecular, Instituto Leloir), director de un instituto (Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires, CONICET), creador de una empresa de base tecnológica (Inmunova) y, recientemente, la bolilla que faltaba: presidente del directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

“Lo sentí como un desafío personal”, dice Goldbaum para explicar las razones por las cuales aceptó el cargo. Y agrega, “siempre me gustó la militancia entendida como el lugar de trabajo desde el cual se puede mejorar la realidad que a uno le circunda”.

El mismo Goldbaum entiende que el ofrecimiento le llegó en un momento propicio que le permitirá volcar en la gestión pública toda la experiencia adquirida. “Me parece que el hecho de que yo haya tenido una actividad como emprendedor, es un elemento importante como para ayudar en esa política de articulación público privada que está teniendo cierto auge pero que necesita ser reforzada”.

En un extenso diálogo con Noticias Exactas, el funcionario fue brindando respuestas acerca de algunos de los problemas que más preocupan actualmente a los investigadores y describió los lineamientos principales que guiarán su gestión.

– Empecemos por algunos temas puntuales, ¿Cuáles son sus planes para posibilitar la compra de equipos grandes y pequeños indispensables para la generación de núcleos de excelencia en el país?

– En el plano del equipamiento pequeño y mediano hemos lanzado una asignación de 20 millones de dólares para el PICT Equipos que apunta a paliar las deficiencias con la lógica de comprar equipos de uso diario para ser compartidos por investigadores de las mismas unidades ejecutoras. Un tema importante que hay que recalcar es que la Agencia en los últimos años desarrolló una política de generación de plataformas tecnológicas, que se llaman PPL, que tienen mucho equipamiento a disposición de los investigadores. Por ejemplo: en Exactas hay una plataforma de genómica, otra de proteómica, otra de biología estructural. Es importante recalcar que esos equipos están al servicio de la comunidad científica. Y, en cuanto a los grandes equipos, luego de dos rondas de adquisiciones en 2003 y 2007/8 que se llamaron PME1 y PME2, el MINCYT ha creado los sistemas nacionales para optimizar su uso. La expectativa es que en el año 2015 se pueda largar un PME3.

– ¿Qué planes tiene para el financiamiento de la investigación básica?

– La Agencia y el Ministerio tienen una política clara: entendemos que no existe transferencia tecnológica si no existe investigación básica, por lo cual se tiende a aumentar, en la medida de lo posible, su financiamiento. Eso tiene limitaciones relacionadas con problemas presupuestarios y de negociación con organismos de crédito internacional.

– ¿Los organismos internacionales se resisten a brindar fondos para investigación básica?

– La Agencia nació y se financia en una proporción importante a través de fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BM). A esos organismos les cuesta proveer financiamiento para la investigación básica porque creen más en la transferencia de tecnología. Desde el Ministerio y la Agencia no creemos en eso pero tenemos que negociar y no es fácil. De todas maneras, me gustaría remarcar que el FONCYT, el FONARSEC e incluso el FONTAR y el FONSOFT, tienen muchas líneas que, si bien no son para investigación básica, pueden implicar su financiación. Yo conozco muchos investigadores que financian sus laboratorios para hacer investigación básica con subsidios dedicados a resolver problemas específicos. No es que todo el mundo tenga que hacer eso, pero hay muchos investigadores que, de alguna manera, han redireccionado sus líneas de trabajo con esa mirada.

– ¿De qué manera se puede hacer más eficiente la implementación de los ROECYT que liberan de impuestos la importación de insumos con fines científicos?

– La mitad de mi gestión en los últimos tres meses la he dedicado a este tema. Lo que hicimos fue articular con CONICET y MINCYT y armamos una comisión de trabajo para estudiar el tema. Esa comisión se reunió con investigadores, con gente de las unidades administradoras, con empresas importadoras de insumos. El diagnóstico es el siguiente: el ROECYT funciona bien para equipos pero no para insumos. Solamente entre un 10 y un 20 por ciento de los insumos se compran vía ROECYT. Esto implica un encarecimiento aproximado de entre un 70 y un 100 por ciento del precio, lo que representa, en un cálculo muy grosero, un gasto superfluo de alrededor de 5 millones de dólares. Lo que nos propusimos es lograr que, en el plazo de un año, el 70 por ciento de la compra de insumos se efectúe vía ROECYT.

– Es una meta audaz.

– Es cierto. Para eso se creó la Oficina de Atención a Importaciones para el Sistema Científico y Tecnológico. Estamos trabajando en varias cosas a la vez. La primera es simplificar y acortar los plazos de tramitación del ROECYT, incluso está la idea de que haya una trazabilidad del trámite de manera que los investigadores puedan ver dónde se produce la traba. El otro tema pasa por negociaciones con Aduana, AFIP y la Secretaría de Comercio Exterior. Vamos a trabajar en todos los temas de regulación aduanera para tratar de simplificar el sistema. Vamos a tratar de generar una nueva posición arancelaria para anticuerpos para uso de investigación, que es un tema muy complicado. Vamos a ir a todas las unidades administradoras porque hay mucho desconocimiento y se requiere empoderar a esas unidades para que esta meta de llegar al 70 por ciento se haga realidad.

– A raíz de la devaluación de enero y la posterior inflación se produjo una pérdida del poder adquisitivo de los subsidios. ¿Se está pensando en algún tipo de ajuste debido a esta situación?

– El actual llamado a PICT tiene un aumento en sus montos del 20 por ciento y es la forma que tenemos de compensar esto. Siempre hay que pensar que la gestión pública es la administración de recursos escasos y el MINCYT tiene una política clara de tratar de conseguir la mayor cantidad de recursos. Es difícil mantener el nivel adquisitivo pero se están haciendo los mayores esfuerzos posibles.

– ¿Cómo analiza la evolución que ha tenido la articulación público privada en relación con la transferencia tecnológica?

– Si uno analiza la inversión en I+D en los países desarrollados se verifica un porcentaje importante del PBI aportado en partes prácticamente iguales por el sector público y el privado. En Argentina, la inversión creció mucho como porcentaje del PBI pero el esfuerzo ha sido casi todo público. Muchas de las políticas del Ministerio y los instrumentos de la Agencia están ideados para tratar de impulsar la inversión privada. Es difícil, lleva tiempo, requiere cambios culturales. Ahora hemos lanzado los fondos regionales que es una política que tiene un claro concepto federal. Están prohibidos los proyectos en Ciudad de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Santa Fe y Bahía Blanca. Se trata de proyectos grandes, de hasta 50 millones de pesos, donde se requiere una contraparte importante del sector privado. Por otro lado, el MINCYT y la Agencia, con diferentes mecanismos como los PICT Start Up y los Empretecno de FONARSEC, han tenido una política en la generación de empresas de base tecnológica (EBT). Uno de mis objetivos es empezar a mostrar el impacto de todo esto porque se han generado más de 70 EBT. También el FONTAR intenta empujar la inversión privada ofreciendo créditos y aportes no reembolsables a empresas para que creen su propio sector de I+D, para que contraten tecnólogos y doctores en las empresas. Es difícil de medir el impacto de estas políticas porque requieren de muchos años de aplicación continua para empezar a ver sus resultados en la economía real.

– Usted marcó mucho el tema de la persistencia como un factor clave del éxito de estas políticas. ¿Cree que podría establecerse un instrumento similar a la ley de financiamiento educativo en relación con los fondos destinados a investigación?

– Justamente se está generando desde el Ministerio una iniciativa para discutir una ley de financiamiento de la investigación. Estamos en un momento muy propicio. Tanto en Diputados como de Senadores existe muy buena predisposición y creo que la mayoría de las fuerzas políticas coinciden en que la política de ciencia y técnica tiene que convertirse en política de Estado. La idea es tomar como ejemplo la ley de financiamiento educativo para tratar de lograr que los fondos destinados a la ciencia no dependan de la disposición del ministro de Economía de turno. No conozco detalles pero creo que la idea es la correcta y tenemos posibilidades ciertas de lograr su aprobación.

– Mirando hacia el futuro, ¿qué líneas de trabajo habría que reforzar para sostener y continuar con el desarrollo científico que se ha logrado en los últimos años?

– Yo creo que debemos conjugar las cosas que se están haciendo con mayor eficacia. Creo que, a la par de seguir apostando a la investigación básica, hay que insistir muy fuerte con la profundización de la articulación público privada, porque creo que nuestro pueblo, nuestros representantes políticos, van a ver a la ciencia realmente como motor del desarrollo si nosotros empezamos a resolver problemas reales. Por eso, hemos puesto muchísima energía en incentivar la aplicación a los fondos regionales. Estuvimos en diferentes provincias en las que se ve claramente que un fondo de 50 millones puede tener un impacto enorme. Santiago del Estero, por ejemplo, pasó en los últimos años de tener 2 a 42 investigadores del CONICET. Yo creo que eso ha sido un acierto histórico. No tenemos que pensar que la ciencia está sólo en Capital y que sólo porque publicamos papers nos van a seguir apoyando, porque eso no es sustentable en el largo plazo. Tenemos que luchar para que la ciencia no sea vista casi como un hobby sino como algo que mueve al aparato productivo. Los investigadores, y en eso me incluyo, tenemos que entender que cuando se gasta dinero en divulgación o en articulación público privada no se está perjudicando la investigación básica. Nunca va a haber un apoyo sostenido a la investigación básica si esas otras cosas no se dan. Eso es algo en lo que yo pondría mucho énfasis en los próximos años.