Foto: Juan Pablo Vittori
Nuevo centro científico en las ex bodegas Giol

El Polo en Palermo

El jueves pasado la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el ministro Lino Barañao cortaron la cinta del nuevo Polo Científico Tecnológico, un proyecto nacido en 2005. Allí, en pleno barrio de Palermo, tendrán lugar el Ministerio de Ciencia, la Agencia, el Conicet y varios institutos científicos de cooperación internacional. En 2013 el predio llegará a los 45.000 m2 para albergar e impulsar la ciencia y el desarrollo tecnológico.

13 Oct 2011 POR
Foto: Juan Pablo Vittori

Foto: Juan Pablo Vittori

Pleno sol en Palermo para una mañana que marcó un hito para la ciencia nacional y, por lo tanto, para la Argentina misma. Con resonancia mediática inversa a la importancia del caso, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró el Polo Científico Tecnológico en las ex Bodegas Giol.

“Y bueno… Si justo se murió Steve Jobs, el gobierno no va a esperar que esto lo saquemos en tapa”, podría haber dicho un hipotético editor de alguno de los diarios fuertes a nivel nacional. Pero reconociendo incluso el empuje noticioso de la muerte del creador de Apple -que hasta generó un par de menciones de la presidenta durante el acto-, lo cierto es que la inauguración del Polo fue relegada al interior del diario en el caso de Clarín y, en el caso de La Nación a un pequeño recuadro en la tapa. Tuvo mucha mejor suerte (en ambos matutinos) el poeta sueco que ganó el Nobel de literatura.

Más allá de las decisiones periodísticas (ideológicas, empresariales o ambas combinadas) para desmarcar la agenda mediática, tampoco ayuda lo escasamente entendible de algunas cuestiones que conforman, o rodean, la noticia del polo científico. ¿Por qué “polo”? ¿Qué hacía la delegación alemana en la inauguración? ¿No son demasiados los recursos financieros destinados al proyecto? Estas preguntas no fueron abordadas por la mayor parte de los medios, sobre todo radiales y televisivos. Incluso el ministro Lino Barañao recibió alguna pregunta con cierto tono de reclamo, en vivo y en el mismísimo programa 6,7,8, horas después de la inauguración. “¿Y ahora que está funcionando el polo, cuándo va a empezar a generar dinero?”, preguntó un panelista. Barañao explicó que la investigación es una inversión que no suele dar rédito a corto plazo, pero sí es una inversión más segura que otras y, de todas formas, dio ejemplos de cómo algunas innovaciones ya estaban resolviendo problemáticas concretas en diversas áreas de la producción nacional.

Partiendo de la base de que el “mundo científico” es una entelequia para la mayor parte de la población, muchas de las preguntas que pueden parecer mal intencionadas nacen del más legítimo interés por conocer. ¿Cuántas pesonas pueden saber qué es y a qué se dedica la Sociedad Max Planck? Poquísimas, incluso dentro de los ámbitos académicos. Si una delegación de la empresa Pixar hubiera llegado a nuestro país a inaugurar un estudio de producción de animación 3D en sociedad con el INCAA, todo se hubiera explicado solo, y hasta la última tía de todos los lectores de el Cable estarían hablando del tema. Pero la ciencia da más trabajo en ese sentido, obliga a usar metáforas tanto para describir la función de una proteína como para aclarar la importancia del trabajo científico en cooperación internacional.

La cinta del polo

Para el primer centenario de la Patria, la mendocina Bodegas Giol era la empresa vitivinícola más importante del mundo. En un edificio de cinco mil metros cuadrados, en el centro del barrio de Palermo, fraccionaba y embotellaba la producción de vino de mesa destinada a la Ciudad de Buenos Aires. Cambios en el mercado y malos manejos comerciales llevaron la empresa a la quiebra pasados los años 60. Lo que había sido un emblema de la producción nacional se había convertido en recuerdos y en un edificio fantasma, tomado en los 80 por 206 familias. En 1994 se produjo el desalojo violento del predio y la demolición de la mayor parte del mismo. En ese mismo lugar demarcado por la avenida Juan B. Justo y las calles Godoy Cruz, Paraguay y Soler, donde en los años 90 había escombros, el jueves pasado la presidenta de la Nación, acompañada por el ministro Barañao, cortó la cinta que abre camino a un nuevo espacio físico y simbólico para la cooperación y el desarrollo. Mientras los invitados del ambiente científico y tecnológico, los obreros de la UOCRA, personal de UPCN y periodistas esperaban desde el palco, la comitiva oficial recorría las nuevas y modernísimas instalaciones. Posteriormente, con todos los ministros y principales funcionarios del Ejecutivo en el escenario, los primeros en tomar la palabra fueron los representantes de la Sociedad Max Planck, la red de institutos de investigación científica más destacada de Alemania y una de las más importantes del mundo. Rompió el hielo Peter Gruss, su presidente, quien se mostró gratamente sorprendido por el estado del proyecto: “¿Quién hubiera pensado, hace cuatro años, que fuera posible todo esto?”, dijo en traducción simultánea. En una profusa alocución, Gruss no ocultó su admiración por los científicos locales y dejó claro sus buenos presagios para la ciencia y la tecnología argentinas. “Sólo muy pocas instituciones internacionales llevan a instalar Institutos Max Planck, y este es el primero en Sudamérica porque nos hemos propuesto con Barañao ofrecer un centro científico de punta y promover los talentos de nuevas generaciones” indicó en referencia a uno de los centros de investigación con que contará el polo, el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires, instituto partner de la Sociedad Max Planck, que estará dedicado a temas de biociencias, especialmente a la biomedicina.

Bajo la insistencia de un sol digno del ecuador, tomó la palabra la presidenta Cristina Fernández señalando a ese día como una fecha memorable “no solo para la ciencia sino para todos los argentinos” y recordando el puntapié inicial del ex presidente Néstor Kirchner: “Mirar este edificio moderno, de última generación es cumplir un viejo sueño que parecía que nunca iba a llegar. Y fue él, el presidente Kirchner, el que imaginó este sueño; fue durante su gestión cuando se lanzó la idea de reconvertir estas viejas bodegas en este polo científico”, dijo sonriente.

Como resuena en más de uno de sus discursos al frente del gobierno nacional, la presidenta destacó la importancia de una investigación asociada a la economía, a la salud, a las necesidades de la población. También hizo mención al 6,4 por ciento del PBI dedicado al sector educativo, al proyecto Conectar Igualdad con 1.699.407 netbooks entregadas a estudiantes secundarios y a la repatriación de 850 investigadores hasta la fecha. Al final del discurso, la felicitación a los científicos argentinos vino acompañada de un recordatorio sobre los deberes de quienes se formaron en las aulas públicas: “Quiero felicitar a nuestros investigadores, a los que aguantaron el chubasco y se quedaron haciendo el aguante, a los que volvieron cuando les dimos una oportunidad y a los 40 millones de argentinos que con sus aportes permiten que podamos hacer estas cosas. Esto tampoco tienen que perderlo de vista nuestros científicos, educados la mayoría de ellos en las universidades públicas y gratuitas, siempre sostenidas por argentinos que nunca podrán llegar a la universidad y a la que quizás llegarán sus hijos y con los que tenemos una gran deuda que tenemos que cubrirla con trabajo, con aplicación, con investigación, con creación, con innovación”.

Qué hay en el polo

Iniciado como proyecto en noviembre de 2005, el Polo Científico Tecnológico será en breve un centro interdisciplinario donde se concentrarán varias instituciones. En particular, aglutina a los organismos que definen y proyectan la política científica nacional y a nuevos centros de investigación que estarán en condiciones de ejecutar ese proyecto. La inauguración del jueves pasado fue parcial y, como no podía ser de otra forma, los edificios que ya están en condiciones de ser habitados son los correspondientes al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y de la Agencia Nacional para la Promoción Científica y Tecnológica. De acuerdo a lo previsto, ambos organismos se podrán mudar apenas estén activos los sistemas informáticos, en dos o tres semanas. El denominado Edificio Rojo (de ladrillos a la vista) es el que albergará al Ministerio y el Edificio Blanco a la Agencia, solo que en este último también se establecerán los Institutos Internacionales Interdisciplinarios para la Innovación, llamados familiarmente “I4”, entre los que cuenta el Instituto de Investigación en Biomedicina, motivo de la presencia alemana.

Pero si bien el más avanzado de los espacios es el correspondiente al instituto socio de la Max Planck, entre los “I4” pronto se sumarán el Centro Internacional de Genética y Biotecnología, en Centro bilateral de Diseño Industrial (Argentina-Italia) y el Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia, Tecnología e Innovación. En una segunda etapa se incluirá un centro de modelado y visualización y otros institutos ligados a la nanotecnología, la biofísicoquimica, las ciencias exactas y la tecnología, entre otras disciplinas. También un consorcio entre Invap, YPF e instituciones académicas extranjeras aportarán una supercomputadora al futuro centro de modelado.

En 2012 se lanzará la segunda etapa de construcción, que incluirá los edificios del CONICET, el Museo Interactivo y el Auditorio, con proyección a que se pueda inaugurar en un año y medio de obra. Con el proyecto terminado, el total de superficie construida llegará a los 45.000m2, con un costo de obra de 250 millones de pesos.

“Este edificio que inauguramos será sede de la labor interdisciplinaria de distintos países trabajando varios temas, confluyendo todos en un espacio común”, contó posteriormente en conferencia de prensa el ministro Barañao, afinando la explicación de aquello que representa un polo tecnológico. También estimó que el polo “va a tener impacto regional, con espacios dedicados a la enseñanza de investigadores de todo el país y naciones vecinas, recuperando Argentina el espacio que ha tenido como formador de recursos humanos en ciencia”. Y pasando de los espacios virtuales a los reales, destacó que el predio “contará con una plaza pública y un restaurante también abierto a los vecinos”. El restaurante, que estará emplazado en el Edificio Rojo, cumple, para Barañao, una función más trascendental que la de llenar las barrigas. “Es allí donde se hace verdaderamente la ciencia y nace la interdisciplinariedad”, comentó un poco en broma y mucho en serio. Un restaurante puede ser un micropolo dentro del polo, el punto de encuentro. O, en todo caso, será otra metáfora para explicar las posibilidades de creación conjunta, de cooperación, de fortalecimiento institucional y, por lo tanto, de desarrollo, que pueden nacer a partir de la coordinación y la cercanía.