Retorno de investigadores

El momento de volver

Pablo Schilman es biólogo de Exactas. Luego de doctorarse en la Facultad viajó, junto con su mujer que también es bióloga, a Alemania para realizar un posdoc y posteriormente se trasladaron a Estados Unidos. Luego de casi una década decidieron volver al país en 2008. En esta entrevista, relata su experiencia en el exterior y cómo le fue en su vuelta al sistema científico nacional.

6 Jul 2011 POR

Pablo Schilman. Foto: Diana Martinez Llaser

– ¿Cómo fue tu formación?

– En 1986 empecé el CBC y en el 87 entré a la Facultad a la carrera de Biología. Me recibí a principios del 95. En ese momento obtuve una beca del Conicet y cursé mi doctorado en el Laboratorio de Fisiología de Insectos con Claudio Lázzari como director. Terminé en octubre del 98 y en seguida partí a hacer un posdoc a Alemania. Antes de viajar me casé con mi mujer, que también es bióloga, y en ese momento estaba terminando su doctorado.

– ¿Por qué elegiste Alemania?

– Es que en el 97 ya había estado tres meses con una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico y ellos me ofrecieron la oportunidad de volver a hacer un posdoc. Estuve en Wurzburg, una ciudad pequeña de 130 mil habitantes en el sur del país. Trabajaba en un instituto de la universidad estatal que era muy reconocido en el área de estudios sobre insectos sociales. Después de dos años volvimos a la Argentina por un tiempo mientras hacíamos contactos para irnos a Estados Unidos.

– ¿En ese lapso evaluaron la posibilidad de quedarse en el país?

– No, por dos razones. Por un lado las condiciones no estaban dadas, la entrada a carrera de Conicet estaba prácticamente cerrada, había muy pocas posibilidades de trabajo. Y, por otro, siempre quisimos ir a un país de habla inglesa, particularmente a Estados Unidos. El idioma de la ciencia es el inglés, las revistas más reconocidas tiene sede en Estados Unidos, invierten mucho dinero en ciencia. Así que viajamos hacia allá en marzo de 2002.

– ¿A qué lugar fueron?

– A la Universidad de California en San Diego. Mi esposa eligió el lugar porque es un centro top en neurociencia que es el tema en el que ella trabaja. Yo hice contactos y empecé a trabajar en otro laboratorio también en San Diego. Siempre trabajé con insectos. Hice cosas de fisiología y de comportamiento. El laboratorio al que fui era de ecología y trabajaba sobre todo en invasiones biológicas usando el modelo de la hormiga argentina. Gracias a una persona que conocía desde antes, porque había estado en Alemania, pude desarrollar una línea de fisiología dentro de ese laboratorio.

– ¿Cómo es hacer ciencia en Alemania y Estados Unidos?

– Es muy diferente. En Alemania la gente llega muy temprano. A las 8.00 ya hay plena actividad y a las 5.00 de la tarde se van todos. Los fines de semana no hay casi nadie. Se toman muchas vacaciones. En cambio, en Estados Unidos la tarea es más esclavizante. Un estudiante de doctorado va a trabajar de lunes a sábado y los domingos suele darse una vuelta. Mi esposa y yo no solíamos ir los fines de semana pero porque teníamos un hijo y ya estábamos en otra posición. Eso lo planteamos de entrada.

– ¿Cuándo tomaron la decisión de regresar?

– Ya hacía muchos años que nos habíamos ido de posdoc. Pensá que yo terminé mi doctorado en 1998 y volvimos a Argentina en 2008. Estábamos en una edad en la cual o apuntábamos a buscar posiciones para quedarnos definitivamente o regresábamos. En San Diego estábamos contentos, podría haber sido una opción. Pero Argentina es un país que tiene ciclos económicos y políticos. Si uno no aprovecha la oportunidad cuando es “el momento” después quizás no vuelve más. Además, a medida que pasa el tiempo, cada vez es más difícil porque uno se va arraigando más, los hijos se van haciendo más grandes.

– ¿Cómo organizaron el regreso?

– Fue todo muy rápido. Presentamos todos los papeles para una beca posdoctoral de reinserción unos cuatro meses antes de volver y dos o tres semanas antes del regreso nos avisaron que nos la habían otorgado. Esa beca incluía el pasaje de regreso y los gastos de mudanza, lo cual es una gran ayuda. También hicimos el ingreso a carrera del Conicet, que tardó unos meses en salir. Y yo, además estoy dentro del programa PIDRI (Proyectos de Investigación y Desarrollo para la Radicación de Investigadores).

– ¿Les resultaron útiles esas herramientas de reinserción?

– Sí claro. Yo quisiera destacar dos cosas. A nivel del gobierno nacional la creación del Ministerio de Ciencia y la mayor inversión en el área, lo que abre muchas más posibilidades para que la gente vuelva. Y, a nivel de la Facultad, la forma democrática en la que se manejó el PIDRI para que pudiera abarcar al mayor número posible de investigadores.

– ¿Pudiste comenzar rápidamente a desarrollar tu trabajo?

– Yo tuve mucha suerte. Pero algo que todavía falla son los tiempos. Fijate: yo volví en agosto de 2008 y en diciembre de 2008 presenté un PICT (Proyecto de Investigación Científica y Tecnológica) anta la Agencia. Los resultados de ese PICT se conocieron recién en enero de 2010 y solamente para octubre del año pasado estuvo disponible la plata. Es un plazo demasiado largo para la entrega de un subsidio. Es algo que debería decidirse en tres o cuatro meses porque si no es mucho tiempo improductivo. Sería preferible, incluso, que te dieran un poco menos de dinero pero en plazos más acotados y predecibles. Así sería más fácil organizarse y todo funcionaría mejor.

– ¿Estás conforme con el regreso?

– Más que conforme. Estoy contento. Uno siempre puede protestar por algo pero en mi caso sería injusto porque todo se me fue dando bien.