Pasarela Clorinda Puerto Elsa. Foto: Diego Weinberg
Monitoreo

Debilidades en el control del dengue en Clorinda

Es un trabajo científico efectuado en esa ciudad formoseña por la UBA y la Fundación Mundo Sano. Los investigadores que monitoreaban el funcionamiento de la iniciativa advirtieron que, si bien no habían ocurrido casos de la enfermedad, no se conseguía reducir la cantidad de larvas del mosquito a los niveles recomendados internacionalmente.

17 May 2011 POR
Pasarela Clorinda Puerto Elsa. Foto: Diego Weinberg

Pasarela Clorinda Puerto Elsa. Foto: Diego Weinberg

En setiembre de 2009, La Nación daba a conocer un programa de control del dengue que, después de cinco años de esfuerzo sostenido, había logrado reducir a cero la transmisión de esa enfermedad en Clorinda (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1171916).  La importancia de aquel trabajo cobra verdadera dimensión si se tiene en cuenta que esa ciudad formoseña de alrededor de sesenta mil habitantes, situada a 4 kilómetros de la frontera con Paraguay, es uno de los tres mayores focos de riesgo de dengue de nuestro país, junto a Iguazú, en Misiones, y a Tartagal, en Salta.

Aquel exitoso programa de control, llevado a cabo entre 2003 y 2008 por iniciativa de la Fundación Mundo Sano, consistía en visitas casa por casa cada cuatro meses para dar información a sus habitantes y para buscar recipientes que pudieran acumular agua y servir de criaderos para el mosquito vector del dengue. Dichos recipientes eran cuidadosamente inspeccionados para ver si había larvas de mosquitos y, cuando era posible, se los descartaba o se los daba vuelta para que no acumulen agua. Además, como en la gran mayoría de los patios de las casas acopian agua para consumo en tanques de 300 a 1000 litros, durante esas visitas cuatrimestrales se agregaba a estos depósitos -en dosis no tóxicas para los humanos- un insecticida cuyo nombre genérico es Temefós.

Sin embargo, los investigadores que monitoreaban el funcionamiento del programa advirtieron que, si bien no habían ocurrido casos de dengue, no se conseguía reducir la cantidad de larvas del mosquito a los niveles recomendados internacionalmente. “Nos planteamos varias hipótesis que fuimos descartando, hasta que comenzamos a hablar con los habitantes de las viviendas. Fue entonces cuando advertimos dónde podría haber una debilidad en las acciones de control”, revelan Ricardo Gürtler y Fernando Garelli, investigadores del Laboratorio de Eco-Epidemiología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del Conicet, quienes junto con Manuel Espinosa y Diego Weinberg de Mundo Sano, y María Trinelli del INQUIMAE (UBA/Conicet) firman el trabajo científico que acaba de ser publicado en PLoS Neglected Tropical Diseases.

“La gente nos contaba que, debido a que el servicio de la red de agua potable es irregular, aprovechan los momentos en que hay un poco de presión para recargar los tanques, entonces supusimos que ese procedimiento diluía el insecticida y, por lo tanto, reducía su efecto larvicida”, comenta Garelli.

El Temefós se utiliza desde hace más de 40 años como una herramienta eficaz para eliminar las larvas del Aedes aegypti, mosquito vector del dengue. Y está suficientemente probado que su actividad larvicida perdura entre 8 y 12 semanas.

“Nosotros encontramos que, en promedio, la actividad del Temefós en los tanques duraba apenas 2 a 3 semanas. Como hay casos en los que la gente vuelca completamente el contenido de los tanques para renovar el agua, colocamos el larvicida dentro de bolsas de tipo zip-lock para que no se perdiera durante ese volcado. Pero, aun así, la actividad es baja luego de unas 5 semanas de su aplicación”, informa Garelli. “También comprobamos que en los tanques donde solamente se guarda agua de lluvia puede durar un poco más, porque en este caso hay dilución y eventual pérdida del insecticida sólo cuando llueve”, añade.

Un dato para tener en cuenta es que, según explican los investigadores, el 70% de los mosquitos de la ciudad se crían en estos tanques de agua, situados en los patios de las viviendas. Según Gürtler, aún cuando un programa resulte exitoso siempre puede tener fallas o limitaciones, por ello sostiene que “es necesario el monitoreo permanente y conjunto de la efectividad de las acciones por parte de los equipos de investigación y de los servicios de salud. Si no, se malgastan los recursos y no se resuelve el problema”.

Después de 2008, el programa de control del dengue en Clorinda quedó en manos de las autoridades municipales y provinciales, que continúan agregando Temefós a los tanques de agua.

Entretanto, los científicos advierten que las prácticas de uso del agua por parte de la población son una respuesta de adaptación a la deficiente infraestructura de provisión de agua de red. “Muchos cuentan que tienen que llenar los tanques a las cuatro de la mañana porque es el único momento del día en que sale suficiente agua por la canilla”, ilustra Garelli. Por su parte, Gürtler afirma que “la menor efectividad del larvicida muy probablemente ocurra en muchas regiones y periferias urbanas con inadecuada provisión de agua”.