Grupos de Investigación

Comportamiento de la chanchita

La Chanchita es un pez interesante por su forma de comunicarse, porque forma grupos sociales complejos y porque ambos padres cuidan a las larvas. Por ser fácil de criar en laboratorios, es un excelente modelo con el que Matías Pandolfi y su equipo estudian cómo el comportamiento puede controlar el cerebro, y cómo la estructura social de un grupo regula su reproducción.

26 May 2011 POR

Matías Pandolfi y su grupo de investigación. Foto: CePro-EXACTAS

Cichlasoma dimerus es un pececito de mediano tamaño, mide apenas unos 12 centímetros de largo. Se lo conoce con el nombre de “chanchita” y habita las cuencas de los ríos Paraná, Uruguay, Paraguay, Bermejo, Pilcomayo y Salí; así como lagos y lagunas asociados a estos ríos. Estos peces forman grupos sociales complejos, en los que se establecen jerarquías. Esta característica, y una cierta facilidad para su cría y reproducción en laboratorios, los ha convertido en un excelente modelo biológico utilizado por los investigadores del Laboratorio de Neuroendocrinología y Comportamiento.

En el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental, este grupo liderado por el Dr. Matías Pandolfi se dedica a investigar, fundamentalmente, el control social de la reproducción. “Estos animales son muy interesantes desde el punto de vista comportamental debido a que presentan un gran repertorio de señales visuales y químicas que utilizan para comunicarse entre ellos y los individuos reproductivos poseen cuidado biparental de las larvas; adicionalmente, son muy fáciles de criar y reproducir en el laboratorio”, comenta Pandolfi.

La chanchita habita lagos y lagunas asociados a los ríos Paraná y Paraguay, desde el centro de Brasil hasta el norte de la Provincia de Buenos Aires y forma grupos sociales de gran complejidad, en donde hay machos y hembras dominantes coexistiendo con machos y hembras subordinados. Los investigadores saben que la jerarquía social dominante dentro de la especie determina el acceso a la reproducción. A su vez los individuos subordinados, especialmente los machos, también poseen diferentes jerarquías pese a no reproducirse. “El macho subordinado más alto en la jerarquía social será aquel que ascenderá en su estatus si el contexto social cambia (por ejemplo si el macho dominante es depredado por un ave o por otro pez)”, explica el investigador.

Por trabajos previos realizados durante varios años sobre aspectos más generales de la biología de esta especie, hoy en día se conocen muchos detalles de su sistema nervioso, su desarrollo y su sistema reproductor. “Toda esta información nos es muy útil para poder estudiar – desde distintos abordajes – cómo se comunican entre sí estos animales y cómo se mantiene esta estructura social tan dinámica y compleja. Podemos simular distintas situaciones en el laboratorio y luego filmar y analizar muy detalladamente el comportamiento y su relación con la liberación de hormonas a la sangre y con poblaciones de neuronas que sabemos que se relacionan con la modulación del comportamiento reproductivo”, dice Pandolfi. Particularmente, los especialistas estudian cómo se modifica la fisiología y el comportamiento durante las interacciones agresivas, durante el período reproductivo. Estudian, por ejemplo la defensa del territorio, la elección de pareja y el cuidado de la descendencia, frente a distintos fotoperiodos y en condiciones de aislamiento. “Hoy en día, luego de muchos de nuestros estudios en esta especie, podemos cuantificar hormonas y genes específicos que reflejan el estado de estrés y la condición reproductiva tanto de machos como de hembras. También estamos investigando posibles mecanismos de neurogénesis que podrían ocurrir en momentos puntuales de la vida de estos animales. La formación de nuevas neuronas en la vida adulta de los peces es un hecho bastante frecuente”, aclara el biólogo.

Esta especie de peces resulta, sin dudas un importante modelo experimental que permite responder muchas preguntas acerca de cómo el comportamiento puede controlar el cerebro, y cómo la estructura social de un grupo regula su reproducción. “El cerebro de los peces posee una ventaja única para estudios de laboratorio -en comparación con cualquier otro grupo de vertebrados- ya que se puede mantener vivo y con sus funciones intactas durante muchas horas fuera del cuerpo del animal. Esto permite la planificación de diversos experimentos que no podrían realizarse en otros modelos animales y eso, en el mediano plazo, nos permite obtener respuestas a preguntas muy originales”, relata Pandolfi. Por otro lado, como la organización social  de esta especie es altamente sensible a cambios en los cuerpos de agua -ya sea por fenómenos naturales o por intervención humana- podría ser utilizada como bioindicadora o centinela de alteraciones en el medio ambiente.

Sin embargo, aunque los investigadores tengan a estos peces, fundamentalmente, como modelo experimental, más que como objeto de estudio de una especie autóctona en particular, es interesante destacar que todo el conocimiento generado acerca de su comportamiento y reproducción en cautiverio podría transferirse a disciplinas tales como la acuicultura, mejorando notablemente la cría de distintas especies en condiciones de criadero o interviniendo directamente en procesos de fecundación artificial. “Si bien esta especie no se consume, sería provechoso para nuestro país, reparando en el sabor y alto contenido proteico de su carne, profundizar la cría y comercialización de nuestras especies de peces de agua dulce”, concluye Pandolfi.

 

Laboratorio de Neuroendocrinología y Comportamiento (Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental)

Laboratorio 78. Cuarto Piso. Pabellón II. 45576-3348

Dirección: Dr. Matias Pandolfi

Tesistas de doctorado: Lic. Martín Ramallo

Tesistas de grado: Felipe Alonso, Virginia Villafañe y Leonel Morandini