Vignolo-Giambiagi
Sistema científico y sector productivo

La industria de la Física

Del 1 al 5 de septiembre tuvo lugar la Escuela Giambiagi 2014 cuyo tema central fue “Física aplicada y la relación de los científicos con la industria”. Participaron del encuentro numerosos investigadores que desarrollan su carrera en empresas. En ese marco, Noticias Exactas dialogó con Carlos Vignolo, doctor en Física de Exactas, que hace más de dos décadas trabaja en la multinacional alemana BASF.

17 Sep 2014 POR
“En Alemania vi que el ingreso en el ámbito productivo era considerado como una opción más. Era una decisión tan normal como quedarse en un laboratorio de investigación”, recuerda Vignolo. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas-Comunicación.

“En Alemania vi que el ingreso en el ámbito productivo era considerado como una opción más. Era una decisión tan normal como quedarse en un laboratorio de investigación”, recuerda Vignolo. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas-Comunicación.

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“Hacía más de una década que no visitaba la Facultad y noté un cambio de mentalidad muy importante en el tema de la relación entre universidad e industria. Antes, eran dos mundos completamente separados. Y, si bien aún la interacción es leve, me pareció muy positiva la apertura mental de la gente para ver que hay otras cosas, no sólo la máquina de papers”, afirma con satisfacción Carlos Vignolo.

Vignolo es uno de los numerosos científicos que participaron de la Escuela Giambiagi 2014, organizada por el Departamento de Física de la Facultad. Durante el encuentro, que tuvo lugar del 1 al 5 de septiembre en el Pabellón I de Exactas, alrededor de 150 estudiantes avanzados de licenciatura y doctorado participaron de cursos y charlas en los cuales pudieron conocer el tipo de problemas que aparecen en ciencia aplicada y en departamentos de I+D de empresas, y la forma en la que se solucionan. También se realizaron presentaciones institucionales de organismos públicos y empresas interesados en incorporar recursos humanos con formación científica.

La relación de Vignolo con la Facultad empezó en 1981 cuando se inscribió en la carrera de Física. Obtuvo su licenciatura en 1986 y, tan convencido estaba de que su futuro se dirigía hacia la carrera de investigador, que de inmediato comenzó el doctorado. Pocos años después consiguió una beca para viajar a Alemania e incorporarse a un grupo de física teórica aplicada a estructura.

“Yo siempre sentí la necesidad de aplicar el conocimiento pero la había dejado un poco de lado. Estando en Alemania, conocí a otros físicos que habían decidido ingresar a la industria. A través de ellos, empecé a pensar seriamente en esa posibilidad”, recuerda Vignolo, y agrega, “en Alemania vi que el ingreso en el ámbito productivo era considerado como una opción más. Era una decisión tan normal como quedarse en un laboratorio de investigación”.

A pesar de esta inquietud creciente, Vignolo no se decidía a dar el salto. Terminó su doctorado e incluso obtuvo una posición de posdoc en la Universidad de Mallorca. Sin embargo, estando de vacaciones en Buenos Aires, se enteró de que BASF (empresa química transnacional de origen alemán) estaba buscando un físico para comenzar a armar un laboratorio en Argentina. Luego de una serie de entrevistas, el puesto fue suyo. Trabajó en Argentina hasta fines de los 90 cuando aprovechó una oportunidad para trasladarse a Alemania para desempeñarse en el área de color de la empresa. Hoy, con más de 20 años de experiencia laboral como responsable de distintos laboratorios en el área de pigmentos, colorimetría y gerenciamiento de color en Sudamérica y Europa, Vignolo ocupa el cargo de Head of Colormanagement Coatings.

– La formación que adquiriste en Exactas ¿te fue útil a la hora de incorporarte a la industria?

– Sí, claramente. Yo me incorporé en un grupo que estaba funcionando y sentí que estábamos al mismo nivel. Ahora puedo comparar lo que aprendíamos en ese tiempo con lo que traen actualmente los alumnos alemanes que vienen a trabajar y no veo  ninguna diferencia importante. Por eso te respondería que la formación es suficiente. El resto te lo da la empresa misma. Desde mi punto de vista, lo mejor es tener una buena formación básica, el resto se incorpora rápidamente. Es verdad, tardás tres o cuatro meses en entender el problema y un año en poder interactuar fluidamente con el resto del equipo. Pero un año no es nada.

– ¿Las empresas están dispuestas a invertir un año en una persona para capacitarla?

– Sí, lo hacemos nosotros en BASF. En mi grupo yo tengo ingenieros a los que contrato de la universidad. No tienen nada más que la carrera de grado y los entreno en meses. Mis colegas son, en general, doctores en Química, y ocurre lo mismo: salen de la universidad, se ponen a trabajar, los primeros meses están en un período de formación y, al año, están discutiendo con los demás. Te falta, es cierto. Allá dicen que necesitás cinco años para entender realmente el problema de principio a fin. Un año, en tiempo académico no es nada. Es el 10 por ciento del tiempo que invertí en mi formación.

– Un debate que estuvo presente durante la Escuela es si las empresas prefieren contratar licenciados para completar su formación o directamente doctores.

– Esta discusión la tuve recién con un estudiante de grado. Él me decía que iba a obtener su licenciatura y a empezar a trabajar. “Si es tu visión, hacelo”, le dije. “Ahora, si pensás en la remuneración, te diría que hagas la inversión de un doctorado porque te dedicás cuatro años y la diferencia de dinero que vas a ganar en los 25 años que vas a trabajar, te aseguro que paga varias tesis”. Eso sería en cuanto a la remuneración. Pero además, hay ciertos puestos en la estructura de la empresa, sobre todo en el área de investigación y desarrollo, que están reservados para doctores. Entonces, si uno empieza como licenciado se limita automáticamente en las posibilidades de crecimiento. Por eso, yo le diría a la gente: mejor hagan la tesis y después súmense a la empresa. Este chico me preguntaba: “¿No podré hacer el doctorado en paralelo?”. Es muy difícil porque, en una primera etapa, la empresa te absorbe totalmente. Hasta que pase ese año y te metas en el tema. Después podés empezar de nuevo a hacer una publicación, a sacar alguna patente, pero hacer una tesis es muy difícil. Yo no conozco ningún caso de alguien que hiciera todo el doctorado trabajando en una empresa. Sí, gente que estando a punto de terminarlo, empezó a trabajar y presentó luego la tesis.

Carlos Vignolo. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas-Comunicación.

Desde hace más de 20 años Carlos Vignolo integra BASF, una de las industrias químicas más grandes del mundo. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas-Comunicación.

– En Alemania el título de doctor tiene un peso especial. Es más, uno puede hacer que en su documento de identidad pongan la sigla de doctor. O sea, es parte de tu nombre. Más importante aún es el título de profesor. Hay gente que tiene dos doctorados, entonces es el “doctor doctor” (risas). El título de doctor tiene mucho peso en la sociedad. Y, como es parte del nombre, basta fijarte en la guía telefónica de alguna empresa alemana para ver que hay doctores y señores. Todos los que son licenciados, ingeniero son señores en la guía y el resto son doctores. Entonces, hay un peso del título dentro de la empresa.

– Desde hace algunos años en Argentina hay una preocupación por aumentar el vínculo entre la academia y el mundo de la producción. ¿Cómo ves este esfuerzo que se está haciendo?

– Como estoy un poco separado de lo que es la universidad en Argentina, recién lo percibí ahora. Lo veo súper positivo porque es una salida laboral para mucha gente, pero también es una fuente de ingresos y de direccionamiento de la investigación en función de las necesidades del país.

En Europa, ¿las empresas participan en la formación de recursos humanos en las universidades a partir de la cofinanciación de doctorados o de alguna otra forma?

– En la zona donde nosotros estamos, a unos 150 km de distancia, tenemos una facultad que tiene como especialidad la ingeniería en pinturas. Ese contacto lo buscamos, hay una presencia de la empresa con stands e información para mostrarle a los estudiantes que hay una empresa de pinturas en la región que siempre tiene interés en contratarlos. Ese tipo de conexión con la universidad funciona bien. A nivel de licenciatura, conozco los programas franceses, por los cuales el gobierno le paga a la industria durante un año, aproximadamente, como para que, en paralelo con la tesis, los estudiantes hagan una suerte de pasantía en el área de desarrollo de la firma. Es una buena forma para que la empresa pueda observar qué es lo que sabe y qué puede dar la persona y, a su vez, que la persona pueda experimentar cómo es la empresa desde adentro. Siempre hay gente que queda. BASF habitualmente pide dos o tres personas y sabe que una o dos se van a quedar. Eso funciona. A nivel de doctores lo que conozco es que se incorporan, generalmente recién recibidos, con una formación académica básica, y es la empresa la que les da la formación específica.

– ¿BASF es un caso particular en cuanto al interés que presenta por la investigación y desarrollo o el resto de las empresas tienen un comportamiento similar?

– Todas las grandes empresas trabajan más o menos de la misma manera. Te diría que si publicaran las cifras que invierten en I+D y la cantidad de personal que trabaja en esas áreas, serían prácticamente las mismas. Es que es ampliamente reconocido que se trata de  un punto clave para la supervivencia de la empresa. Y empresas que, como BASF, tienen una historia de cerca de 150 años, están hechas para sobrevivirnos a todos nosotros.

– ¿Puede alcanzar un grado de desarrollo importante un país que no logra relacionar de manera eficiente el sistema científico con la industria?

– Si uno piensa a largo plazo, yo veo como una necesidad ineludible trabajar en ese sentido. Y la fuente de generación de los recursos humanos necesarios para tal fin es la universidad. En Argentina, como históricamente las fluctuaciones han sido muy grandes, no se suele planificar y hay una tendencia a dedicarse al día a día. Así se fue sobreviviendo, con la ciencia y el aparato productivo separados. Ahora, para poder generar una estructura competitiva como país, desde mi punto de vista, no hay alternativa, es el camino correcto.

– En el mundo desarrollado, ¿es una tendencia que se profundiza?

– En Europa está incorporado, es parte de las reglas de juego. Porque si una empresa quiere seguir existiendo dentro de 100 años va a tener que invertir en investigación básica, no le queda otra. Te doy un ejemplo: a una empresa americana, líder en el mercado, se le planteó varias veces desde Europa, que era necesario que realice cambios en sus productos pero, como seguía vendiendo igual, no hizo nada. En un momento llegó un competidor que hizo un poco de investigación y detectó una necesidad del mercado que no estaba cubierta. En dos o tres años, la empresa que era proveedora número uno quedó completamente afuera. Hoy en día, el que no trabaja en esa área puede quedar rápidamente fuera de mercado y poner en peligro la propia existencia de la empresa.

– ¿Qué le dirías a un chico que está terminando su licenciatura, no le convence del todo un futuro en investigación, pero tal vez no se anima a buscar un lugar en la producción?

– Hoy, en la charla, mucha gente me decía que no tenía idea de que BASF estuviera haciendo todo esto. Hay un campo muy grande de posibilidades para que la gente se desarrolle en áreas que no son puramente académicas pero que satisfacen al investigador. Yo le diría a esa persona que busque en Internet, que encuentre un par de contactos y que se lance. Le diría, al que está dudando, que lo pruebe, porque se va a llevar una sorpresa. Por lo menos yo me la llevé.