Aniversario del Banco Nacional de Datos Genéticos

Banco de reparación histórica

Con el objetivo de siempre sobre sus espaldas, el Banco Nacional de Datos Genéticos cumple 30 años de trabajo. En su nueva etapa, que comenzó en 2015, pasó de pequeño laboratorio a institución con múltiples propósitos y responsabilidades, como formar recursos humanos en técnicas forenses y mantener viva la conciencia sobre la identidad. Su directora, la bióloga Mariana Herrera, habla de la actual situación del Banco y del compromiso por proyectar su rol en el futuro.

1 Jun 2017 POR
Mariana Herrera, directora del Banco Nacional de Datos Genéticos.

Mariana Herrera, directora del Banco Nacional de Datos Genéticos.

“¿Para qué sirve todo esto? Las Abuelas ya no están y nos da pérdida mantener esta estructura”. La que habla es la bióloga Mariana Herrera, imaginando las palabras de un funcionario hipotético en un tiempo futuro. Herrera es la directora del Banco Nacional de Datos Genéticos y antes de que aparezca cualquier fantasma en el horizonte, elige conjurarlo: “Acá lo importante es que el Banco no puede ser invisible a la sociedad y debe proyectarse, actuar junto a otras instituciones, no es algo anclado al pasado”, explica y, a continuación, da cuenta de la vitalidad de esta institución que el 1ro. de junio cumple 30 años.

Dos situaciones excepcionales dieron pie a la creación por ley del Banco Nacional de Datos Genéticos en 1987. Una, el plan sistemático de robo de bebés a madres detenidas-desaparecidas que daban a luz en sus lugares de confinamiento, tortura y muerte. La otra, la búsqueda incansable y conmovedora de las abuelas de aquellos bebés. La creación del Banco es el resultado de la lucha de años de esas mujeres de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, que exigieron respuestas al Estado, a la sociedad y a la ciencia hasta encontrar la forma de identificar indiscutiblemente a sus nietos expropiados. Es una victoria que trasciende a las Abuelas en tiempo y espacio. Herrera lo explica: “Estudios tan complejos como el índice de abuelidad no existían en ningún lugar del planeta, fue inventar algo específico para resolver estos delitos, que luego se empezó a aplicar en otros lados y surgió la estadística forense como una especialidad en sí misma en el mundo. Todo esto fue desarrollado a partir del impulso de las Abuelas, que se preguntaron cómo demostrar científicamente quiénes eran sus nietos cuando falta la generación de los padres”.

Mariana Herrera es bióloga graduada en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, especializada en genética. Accedió a su cargo en mayo de 2015 a partir de un concurso abierto con jurados de prestigio internacional. Fue uno de los primeros pasos para activar la ley 26.548, que en 2009 convirtió al Banco en un organismo autárquico y autónomo y lo traspasó desde la órbita del Hospital Durand, en la Ciudad de Buenos Aires, a la del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. El traspaso no fue sencillo, conflictos internos del Banco y ruidos externos llevaron a que se demore la mudanza y, durante sus primeros meses de gestión, la nueva directora no pudo acceder a las instalaciones. En noviembre de 2015, ya estaba funcionando en su nueva sede de la Avenida Córdoba.

-¿Se puede decir que la ley de 2009 le dio una nueva dimensión al Banco?

-Sin dudas. Como el Banco estaba inserto en una estructura municipal, en el Durand, funcionaba como si fuera un laboratorio, no tanto una institución. Tenía una estructura asociada con cuestiones administrativas: legajos, turnos, nada más. Era necesario darle su dimensión institucional, necesitaba de una estructura de gestión pública que fuera mucho más allá de ser un laboratorio.

“Esto es el legado que dejaron las Abuelas, no es algo que se acaba con la identificación de los 500 nietos. El Banco tiene un rol histórico y mantiene un rol histórico hacia adelante, porque los bisnietos también tienen un problema de identidad, y lo van a tener generaciones y generaciones que no sepan sus orígenes familiares”, proyecta Herrera.

“El Banco mantiene un rol histórico hacia adelante, porque los bisnietos también tienen un problema de identidad, y lo van a tener generaciones y generaciones que no sepan sus orígenes familiares”, proyecta Herrera.

-La ley define esos propósitos adicionales a la búsqueda de los nietos.

-Justamente es la ley la que los define: crear contenidos educativos, proponer políticas públicas, generar recomendaciones de los usos de la genética forense en el país, relacionarse con otras instituciones. Cuando asumí, y el Banco todavía estaba en el Durand, yo venía a trabajar a este edificio, que estaba vacío. Empecé a montar el laboratorio de cero porque no sabía cuántos equipos había allá, cuantos venían para acá, cuáles eran patrimonio del Banco.

-¿Qué tipo de trabajo se podía desarrollar en ese contexto?

-Pese a todo, resultó muy buena esa etapa, me permitió diagnosticar. Me reuní con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, le pedí toda la información que tenía de los grupos de familiares de desaparecidos. Me reuní con la CONADI, con Abuelas, con la gente de la fiscalía especializada en delitos de apropiación. Empecé a armar protocolos escritos para el trabajo con estos organismos, me reuní con el Equipo Argentino de Antropología Forense para saber cómo se manejaba el intercambio de información, y todo eso me llevó a poder hacer un diagnóstico y desarrollar una forma de trabajo que facilitó la posterior auditoría del Banco. Yo soy doctora en Biología, mi único paso en el sector público había sido como becaria del CONICET, así que también fue todo un aprendizaje de la gestión pública.

-¿Qué significa darle carácter de institución al Banco?

-Eso ya está en marcha desde que asumí. Algo fundamental será conseguir la autonomía completa. Por el momento, depende de que terminen de concursarse cargos importantes que hacen a la gestión pública administrativa. Mientras esto se normaliza, venimos recibiendo un apoyo enorme del Ministerio de Ciencia. Lino Barañao tomó el tema del Banco en 2015 como un desafío para engrandecer la institución y, de hecho, ese apoyo permitió ponerlo en otro lugar, sacarlo de un laboratorio chiquito e instalarlo como institución sin perder el objetivo primordial, que es la restitución de los nietos. Ya estamos interactuando con otros organismos, tanto nacionales como internacionales, y trabajando en proyectos que considero de mucho valor. Por ejemplo, estamos desarrollando un instituto nacional de capacitación en ciencias forenses, que va a dar soporte y capacitación a todas las áreas de las ciencias forenses que tienen que ver con un análisis pericial, física forense, matemática forense, antropología forense.

-Usted nombra muchas especialidades que exceden a la genética, el área que venía siendo el eje del Banco.

-La genética forense es un micromundo dentro de una investigación forense, que crece todo el tiempo hacia otras áreas, por eso quiero que el Banco pueda generar un espacio de formación de todos esos recursos humanos que necesita la justicia para investigación de causas de desaparición de personas, de trata, de robo de bebés. La investigación forense algunas veces termina en la genética forense pero no es la herramienta fundamental.

-¿Qué cambió en el trabajo forense en las últimas décadas?

-Fue en 1984 cuando se gestaron la genética forense y la antropología forense asociadas a crímenes de lesa humanidad, después de la dictadura cívico-militar argentina. Hasta ese momento, había antropólogos forenses pero trabajaban en temas arqueológicos, y la genética forense se dedicaba más que nada en temas de filiación. Nunca se había planteado utilizarla para la resolución de este tipo de crímenes. Todo eso fue evolucionando en la genética y la antropología forense que conocemos hoy, y empezó a sumar otras especialidades que hoy trabajan de manera conjunta.

-El Banco se convirtió en una referencia internacional. ¿Cómo se está vinculando con otros países que requieren identificar desaparecidos?

-Estamos haciendo intercambios con varios gobiernos. En Colombia, por ejemplo, tienen que identificar a 70 mil personas desaparecidas y nos piden intervención en dos áreas: en lo que tiene que ver con el trabajo de campo, con las fosas comunes y, por el otro lado, con las prácticas de laboratorio, el trabajo con los linajes maternos, analizar el ADN mitocondrial, que es una práctica que no está incorporada en los laboratorios de otros países y para nosotros es rutina. Hicimos vínculos con Perú, que tiene unas 15 mil personas desaparecidas. Tienen laboratorios que tienen deficiencias técnicas que nos pidieron que evaluemos. Además, requieren formación de recursos humanos. También tenemos vínculos con el Salvador, donde buscan chicos que fueron dados en adopción durante la guerra civil, un caso similar al argentino.

-¿Qué deudas a nivel técnico tiene actualmente el Banco?

-Si bien la Argentina ha avanzado mucho y ha sido gestora de la genética forense en el mundo, en otras cosas se quedó un poco rezagada, principalmente en lo que tiene que ver con la implementación de las normas de calidad que son recomendadas por los organismos internacionales para los laboratorios de genética forense; son muy complejas de cumplir y requieren de muchos recursos. Los colombianos recibieron muchos fondos de los Estados Unidos a través del Plan Colombia, lo que les permitió implementar las normas de calidad. Como contraparte de nuestra colaboración, les pedimos que nos asesoren en la aplicación de las normas. Y también estamos trabajando para mejorar nuestra capacidad de análisis estadístico.

-¿Eso está asociado al software que está desarrollando la Fundación Sadosky, el registro nacional de datos genéticos?

"Si bien la Argentina ha sido gestora de la genética forense en el mundo, en otras cosas se quedó un poco rezagada, principalmente en lo que tiene que ver con la implementación de las normas de calidad que son recomendadas por los organismos internacionales para los laboratorios de genética forense; son muy complejas de cumplir y requieren de muchos recursos", explica Herrera.

«Argentina ha quedado un poco rezagada, principalmente en lo que tiene que ver con la implementación de las normas de calidad que son recomendadas por los organismos internacionales para los laboratorios de genética forense», explica Herrera.

-Sí, estamos trabajando desde hace un año junto con la Fundación Sadosky en la implementación de un módulo del software Genis, con el que podemos hacer comparaciones de muchos marcadores genéticos al mismo tiempo. Tiene un nivel de robustez enorme, disminuye los tiempos para las comparaciones, mejora la capacidad de unificar todos los datos. El módulo de búsqueda de familiares se va a usar particularmente en el Banco, no se va a compartir como base de datos nacional.

-A 30 años de su creación, ¿cómo es tu valoración del Banco?

– En la identificación de las personas desaparecidas durante la dictadura cívico-militar, el Estado en su conjunto no tomó cartas, las tomó la justicia y una organización no gubernamental como es el Equipo Argentino de Antropología Forense. Entonces, la búsqueda de los desaparecidos está en manos de una organización no gubernamental, que le ha dado muchísimo a nuestro país, pero no representa una política de Estado porque detrás de esa búsqueda no hay ninguna ley que lo respalde. Por supuesto, el Estado pone dinero para que funcione la búsqueda, pero no aportó leyes al respecto. En ese sentido, el único caso de éxito de una política pública de reparación de delitos de lesa humanidad es el Banco Nacional de Datos Genéticos, que está sostenido en leyes.

-Si bien las leyes dan resguardo a las políticas de Estado, vemos a diario que no implican la garantía de su cumplimiento. Abuelas de Plaza de Mayo puede dar ese marco de legitimación social pero, como dice Estela Carlotto, las abuelas no son eternas.

-Esto es el legado que dejaron las Abuelas, es lo que construyeron y dejaron y, por lo tanto, es un legado para la humanidad, no es algo que se acaba con la identificación de los 500 nietos. El Banco tiene un rol histórico y mantiene un rol histórico hacia adelante, porque los bisnietos también tienen un problema de identidad, y lo van a tener generaciones y generaciones que no sepan sus orígenes familiares. El Banco tiene un rol histórico, tiene un rol científico y tiene un rol cultural de generación de conciencia. Y, para mantener su valor, tiene que estar de cara a la sociedad.

 

Genética y Derechos Humanos

El viernes 2 de junio, de 9.00 a 14:30, en la Sala 2 del Centro Cultural de la Ciencia (C3) se realizará la Jornada de Genética Forense organizada por el Programa Ciencia y Justicia del CONICET y el Banco Nacional de Datos Genéticos, en el marco de las actividades conmemorativas de su 30mo. aniversario.

El trabajo de los científicos forenses es un aporte fundamental para la recuperación de la identidad de personas desaparecidas. La jornada pretende reflexionar sobre la práctica de la genética forense en nuestro país, a través de un recorrido desde sus inicios hasta nuestros días y su perspectiva a futuro. Disertarán profesionales de diversas áreas del conocimiento con el propósito de reflexionar y enriquecer la mirada sobre la genética forense en nuestro país y en el mundo.

Se presentarán cuatro paneles, a saber: “La ciencia al servicio de los Derechos Humanos. Los inicios de la actividad forense”; “Búsqueda de desaparecidos. Los casos del BNDG y de la Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos de El Salvador”; “La Antropología Forense en la resolución de casos de desaparición de personas”; y “El futuro de la genética forense. NGS para uso forense”.

Para participar de la jornada, se debe completar el siguiente formulario