Grupo de investigación

Aguas poco claras

La creciente contaminación de los ambientes acuáticos es tema de interés y preocupación para el Grupo de Ecotoxicología Acuática que dirige Fabiana Lo Nostro. No sólo los agroquímicos y efluentes industriales llegan al agua afectando la biodiversidad, sino que, recientemente, se han comenzado a detectar en el agua productos farmacéuticos consumidos por el hombre.

30 Ago 2012 POR

 

Entrevista a Fabiana Lo Nostro

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Entre los años 2007 y 2009 los argentinos gastamos cuatrocientos millones de pesos en medicamentos destinados al sistema nervioso central, tales como ansiolíticos, antidepresivos y sedantes. El consumo de estas drogas sociales es un fenómeno urbano que se replica tanto en nuestro país como en el resto del mundo, escapa al control médico, con las consecuentes implicancias para la salud y tiene derivaciones tal vez insospechadas. Estos medicamentos, intencionalmente diseñados para alterar funciones fisiológicas en seres humanos, llegan accidentalmente al ambiente acuático a través de las plantas de tratamiento de efluentes cloacales y alteran a los ecosistemas.

Los productos farmacéuticos y sus metabolitos, detectados cada vez con más frecuencia en el ambiente acuático, han sumado preocupación y agregado interés al estudio de los posibles contaminantes acuáticos al que se dedican los investigadores del grupo de Ecotoxicología Acuática dirigido por la bióloga Fabiana Lo Nostro.

“Año tras año crecen en la Argentina las denuncias por la contaminación del ambiente acuático producida por importantes cantidades de compuestos químicos de origen antrópico”, comenta la investigadora. En general, son agroquímicos o efluentes industriales y afectan a los seres vivos que habitan estos cuerpos de agua, particularmente los peces, que se hallan expuestos a alteraciones de parámetros de comportamiento, fisiológicos y reproductivos. Como estos contaminantes tienden a bioacumularse en los organismos expuestos, el hombre como consumidor principal de los peces, también se ve amenazado por la contaminación de los ambientes acuáticos.

Fabiana Lo Nostro junto a los integrantes de su grupo de investigación. Foto: Diana Martinez Llaser

“Diversos estudios realizados en peces demostraron que ciertos plaguicidas organoclorados como el endosulfán, todavía usado en muchos países para erradicar plagas o vectores de enfermedades y aumentar la producción agrícola, resultan neurotóxicos, alteran el comportamiento, interfieren en la homeostasis celular, producen una reducción del peso corporal y alteran la reproducción y el metabolismo hepático, entre otros efectos”, enumera Lo Nostro. También existen evidencias de que el octilfenol y el nonilfenol, -productos empleados en la elaboración de detergentes, productos textiles, papel, agroquímicos y plásticos- producen feminización, alteraciones hepáticas y en la expresión de proteínas relacionadas con la reproducción.

Dentro de los fármacos que llegan a los ambientes acuáticos a través de los vertidos cloacales, una de las sustancias halladas con mayor frecuencia en otros países es la fluoxetina, principio activo del Prozac, uno de los antidepresivos de mayor consumo humano en el resto del mundo. La fluoxetina inhibe la recaptación de serotonina, un neurotransmisor involucrado en la regulación del comportamiento en vertebrados. “Estudios de laboratorio realizados en peces demostraron que esta sustancia actúa como desorganizador endocrino, produciendo cambios en la función cerebral, en los niveles de las hormonas hipofisarias y gonadales, en la fecundidad, en el metabolismo y el crecimiento, lo que produce efectos adversos en la población y amenaza la biodiversidad. Si bien las concentraciones ambientales de fluoxetina no son letales para los peces, al tener la capacidad de bioacumularse en los órganos, producirían un efecto subletal a nivel molecular, bioquímico, fisiológico, comportamental y poblacional”, explica la investigadora.

En este contexto, el objetivo principal del grupo de investigadores es realizar una evaluación conjunta de los contaminantes liberados al ambiente acuático en Argentina, analizando principalmente su efecto como “desorganizadores endócrinos” sobre las funciones comportamentales y reproductivas de los peces.

“En nuestro laboratorio desde hace años se realizan estudios morfológicos, fisiológicos, moleculares y del desarrollo en el pez Cichlasoma dimerus, conocido vulgarmente como chanchita, que habita las cuencas de los ríos Paraná, Uruguay, Paraguay, Bermejo, Pilcomayo y Salí. Esta especie presenta varias características que la hacen apta para el estudio de su biología reproductiva ya que es fácilmente adaptable al cautiverio, posee tamaño moderado y un comportamiento reproductivo muy marcado, como por ejemplo rangos e interacciones sociales y cuidado parental de la progenie”, dice Lo Nostro.

El estudio de los mecanismos básicos de acción de estas sustancias tóxicas sobre los organismos estudiados es el que proveerá el marco de referencia necesario para lograr determinar su efecto como desorganizador endocrino. “Al encontrárselos en concentraciones biológicamente activas en los ecosistemas acuáticos, representan un riesgo no sólo para los peces sino también para toda la biodiversidad”, sostiene Lo Nostro. Como resultado de estos estudios, los investigadores esperan desarrollar biomarcadores para la detección de la exposición a los contaminantes y, en segunda instancia, proponer a los organismos gubernamentales una mejor regulación del vertido de estos productos en el ambiente acuático antes de que sea demasiado tarde.

 

Laboratorio de Ecotoxicología Acuática
(Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental – CONICET)

4 piso, Laboratorio 3 y 78, Pabellón II.
Teléfono: 4576-3300 interno 258. FAX: 4576-3384

Directora: Dra. Fabiana Lo Nostro

Investigadores: Dra. Griselda Genovese, Dr. Fernando Meijide, Dra. Graciela Rey Vázquez

Becario Postdoctoral: Dr. Rodrigo Da Cuña

Tesistas de doctorado: Lic. Noelia Lonné

Tesistas de grado: Luciana Dorelle